Aunque hoy sea domingo es como si
fuera lunes de resaca, ese ingenioso recurso
que se inventaron los ayuntamientos para los que hayan tenido tres días
de jolgorio en las ferias que les permitió no trabajar, huelguen un día más.
Porque, desde antes, durante y
después de que el Partido Socialista le picara el billete a su revisor, Pedro
Sánchez, la gente no deja de hablar de por qué lo hicieron y qué ocurrirá
después de haberlo hecho.
Los explicadores más profundos y
por tanto menos convincentes hablan de que la relación de predominio compartido
que hasta ahora casi monopolizaban la explotación del voto, el PSOE y el PP, se
ha resquebrajado al aparecer nuevas empresas concesionarias de servir y
beneficiarse de los votantes: Podemos y Ciudadanos,
Otros que suelen buscar las
causas de la ruptura de lo ya establecido en la aparición de nuevas técnicas de
mercadeo como los recursos de la informática, dicen que el PP, y sobre todo el
PSOE, no han conseguido engancharse todavía a la maestría con la que nacieron
esos dos nuevos competidores.
Todo eso puede que sea verdad
porque a nadie le gusta que lo llamen atrasado ni que lo
descalifiquen por antiguo.
Pero, ¿por qué el Psoe ha sufrido
más que el PP, la cornada de la inadaptación al mundo futuro que ya es
presente?
Como la modernidad no aclara esa
anomalía habrá que recurrir a la sabiduría de la tradición, que podemos
encontrar en dos fuentes tradicionales: el cante flamenco y el refranero.
De la primera de esas fuentes
ilustrativas de lo que le ha pasado al PSOE, recurramos a la petenera de
Chacón:
“Al pie de un árbol sin fruto
me puse a considerar
qué pocos amigos tiene
el que ná tiene que dar”.
Y el refranero sentencia: “Donde
no hay harina, todo es mohina”.
¿Desde cuando no tiene el PSOE
harina para repartir o frutos de los que alimentarse?
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