martes, 11 de octubre de 2016

ROBA EL QUE PUEDE ROBAR

Eso de quedarse con lo que no es de uno, que también se llama robar, es muy antiguo y tiene un futuro todavía más esperanzador que el confortable pasado que ha tenido.
¿Quién roba?
El que pueda robar, lo necesite o no le haga falta, porque el ansia de poseer lo que todavía no se tiene es el hálito que cree que le prolongará la vida al que se le está acabando vivir.
¿Roba el que lo necesita? Roba el que cree que lo necesita porque espera que su vida dure más que su riqueza y que sus últimos años sean tan miserables como los de un pobre.
¿Se roba para vivir o se vive para robar?
Pregunta sin respuesta porque los únicos que podrían contestarla serían los ladrones, que nunca admitirán que han robado.
Los más ilustres ladrones de la actualidad más próxima, como los de la antigüedad más lejana que fueron los socialistas de Andalucía, son los del Partido Popular a los que están encausando en Madrid.
Los de Madrid y los de Andalucía cumplen las mismas condiciones que propician el robo: decidir la cantidad que se detraiga de los ciudadanos mediante el pago de impuestos para devolver una parte de lo detraído en servicios públicos.
Robar, por lo tanto, es una actividad lucrativa para cuyo ejercicio solo se necesita voluntad de acometerla y circunstancias que lo permitan.
Asumiendo que los políticos sean personas normales y no ángeles alados, cumplen ambos requisitos: le quitan mediante impuestos a los ciudadanos la cantidad que dicen que necesitarán para suministrarles los servicios que creen que precisen.
¿Y qué y cómo ganan los políticos? Calculando al alza el coste de los servicios prometidos que no tengan intención de proporcionar y exigiendo una comisión al concesionario al que se le adjudique la prestación de servicios previamente pagados por el público.

Y, además, los político-ladrones nombran y pagan a los policías y sus jefes, a los que encargan de perseguir a los delincuentes.

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