Este mundo
occidental se equivocó cuando reemplazó la fe por la razón como fundamento de
las decisiones del ser humano.
Ahí tienen a
los moros, que gracias a que perseveran en centrar sus actos en lo que su fe
les dicta, tienen a los cristianos occidentales con el alma en un puño.
Si los moros
son los que ponen las bombas que matan a los cristianos, les cortan las cabezas
a los cristianos y rompen la paz y el orden establecido por los razonables
cristianos cuando viven entre los que no comparten su peculiar manera de
entender su fé, el conflicto es inevitable.
O los moros
aceptan la razón como guía de sus actos, o los cristianos recuperan su fé como norma
de los suyos.
Y, si no, que
la avanzada tecnología que los cristianos desarrollaron gracias a la razón y el
conocimiento, la usen para hacer entrar en razón a los que matan para difundir
su fé.
Pura aplicación
del principio de reciprocidad, fundamento y herramienta para alcanzar una
convivencia equilibrada entre dispares.
¿Qué los
cristianos toleran que entre ellos vivan moros y que practiquen abiertamente la
aplicación práctica de los fundamentos de su fe?
Pues que los
moros acepten en reciprocidad que los cristianos vivan su fé y practiquen sus
costumbres en las tierras de moros en las que vivan.
O, como en los
tiempos antiguos se resumía el
igualitarismo: “todos moros o todos cristianos”.
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