Algo bueno
tendrá el agua, se decía antiguamente, cuando la bendicen.
¿Y qué es el
Partido Popular sino el agua benéfica para la fertilidad de los campos y el
bienestar de los hombres (y mujeres, niños y niñas, jóvenes y jóvenas, ancianos
y ancianas) de España?
Aplíquese el
resultado de la encuesta que hoy ha sido difundida y que, gracias a ella,
sabemos por dónde anda España, aunque los españoles caminen cada uno por donde puedan o quieran.
La encuesta
dice que al Partido Popular le va mejor (gozan de mayor popularidad) que la
demostrada en las elecciones de Junio pasado, las últimas que se celebraron y
que, medio año después, les permitieron atornillarse en el gobierno.
Como
contrapartida de que a los Populares les vaya ahora mejor que antes, a sus
adversarios les iba antes mejor que ahora.
Es decir: que
los españoles parece que prefieren un mal gobierno del Partido Popular a un
gobierno peor de cualquiera de sus adversarios.
Horrorizados
deberíamos empezar éste aciago año que ayer se estrenó: ¿cómo podremos aguantar
cuatro largos años sin elecciones si eso de votar es la manifestación palpable
de que gozamos de un régimen
democrático?
Pues muy
malamente porque un régimen político sin
votar es una dictadura en la que los ciudadanos carecen de esa autoafirmación democrática que
los hace sentirse realizados.
¿Y si a fuerza
de no ejercer con la frecuencia deseada el privilegio de votar, nos
acostumbráramos a no echarnos nuevas
elecciones?
Que Dios no lo
quiera y su misericordia nos dé, lo mismo que el pan de cada día, las
elecciones de cada trimestre.
Y que nos
favorezca con la paciencia y la resignación indispensables para poder soportar sin
desesperarnos el ansia de votar.
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