Para que un
gobierno le pueda dar a los ciudadanos lo que los ciudadanos le pidan debe ser
eficaz.
¿Garantiza el actual
sistema por el que accede al poder el gobierno la eficacia en la gestión de sus
miembros?
¿Será más eficaz
el gobierno más democráticamente constituido?
Puede que sí,
pero no es probable que la democracia de su origen garantice el acierto de su
gestión futura.
¿Por qué,
entonces, se antepone el procedimiento de la formación del gobierno a la
experiencia administrativa demostrada por sus miembros?
¿Puede decidir
una mayoría sin experiencia en administración ni gestión la capacidad de
gobernar de los que vayan a gestionar y gobernar?
¿Por qué no se
encarga gobernar a los mejores (la aristocracia de la capacidad y el talento)
en vez de a los designados por una mayoría de los que no conocen a los futuros
gobernantes, ni entienden los asuntos que administrarán cuando gobiernen?
A lo mejor,
vaya usted a saber, el gobierno que más les conviene a los ciudadanos es el que
los ciudadanos hayan tenido menos que ver en su formación y, por lo tanto, más
libre de compromisos que lo estorben para hacer lo que deba hacer.
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