¿Quién no
conoce a algún adulto que ayunaría si alguien no le pone un plato delante,
iría por el mundo desnudo si alguien no
le comprara la ropa que viste y, si no se la planchara y lavara alguien,
saldría a la calle como un espantapájaros?
Pues, como los
individuos que sumados unos a otros forman el pueblo, es el pueblo español.
Y el pueblo
español, que nunca ha tenido que valerse por sí mismo para no arriesgarse a no
depender del que lo alimenta, calza, viste y le da dinero para comprar el
tabaco que fuma, es un pueblo eterna y felizmente dependiente de esa madre
solícita y a veces tirana que es el Estado.
Y es que el
entrenamiento más determinante para que un pueblo llegue a su madurez soberana
es el de, progresivamente, hacerse cargo por sí mismo de la tutela tiránica y
protectora de la madre,
El pueblo
español de ahora no nacería si la madre-estado no le fija una clínica
donde hacerlo, no se educaría si la madre-estado no le facilitara la escuela en
la que lo eduquen, padecería todas las enfermedades de la infancia si el Estado
no le fijara donde, cuando y qué vacunas debe administrarle la sanidad estatal.
¿Y el trabajo
que el ciudadano no tendría si la madre protectora no se lo proporciona? ¿qué
carrera universitaria cursaría si el estado no se la fijara de antemano
manipulando la oferta de plazas en las facultades?
Si el
Estado-madre solícita no le subvencionara su supervivencia cuando pierda su
trabajo, ¿de qué viviría hasta que el Estado le dé otro empleo?
¿Y la
tranquilidad de conciencia del que puede culpar al Estado porque no le resuelve
los problemas que hubieran sido de su exclusiva responsabilidad si el Estado no
existiera?
Echando
cuentas, un ente abstracto como es el Estado resuelve mal que bien los problemas particulares del
ciudadano, que hasta puede y debe quejarse si la solución no le satisface.
¿Y si el
ciudadano al que el Estado le dice lo que debe pensar, decir y hacer no lo obligara a hacer, decir y pensar
lo que le indique?
La perspectiva
es tan incómoda que más vale que el Estado siga decidiendo por cada individuo
sometido a su control.
Por lo menos
éste Estado Democrático Español permite protestar al ciudadano, como el perro
puede aullar en las noches de plenilunio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario