Ahora que ha
retoñado el viejo tronco mustio desde hace una década, ha comprobado que la
rama recién brotada exige la savia troncal llorando.
Como la
humanidad es un bosque, las ramas de los viejos árboles retoñan periódicamente
para remozarse en yemas que acabarán siendo ramas y las semillas de sus frutos
germinarán en nuevos árboles.
Hombres y
árboles, pues, nacen, crecen, se reproducen y mueren en una sucesión de
eslabones que es la cadena de la vida.
Cadena de
hierro si la vida es ingrata o gargantilla de oro si es placentera,
naturalmente.
Si a la
acumulación de hombres en un espacio
diferenciado se le llama pueblo, el pueblo catalán tiene características
diferenciadoras de otras concentraciones humanas, de otros pueblos.
¿Qué hace
distintos a los catalanes?
Su especial
habilidad para llorar los ha arregostado a que les den la teta que exigen
porque, por quererlos más que a los demás hijos o para que no molesten y dejen
de llorar, la madre siempre cede.
La consecuencia
de esa debilidad de la madre para con los catalanes es la endeblez perpetua de
los demás hijos que, como no lloran como ellos, maman menos.
En esas estamos
desde hace varios siglos y ya es el momento de poner pié en pared.
O a los pueblos
más endebles que los catalanes se les despeña por el Monte Taigeto como hacían
los espartanos con los espartanitos mas desvalidos, o se calma a los catalanes
con cachetes en el culito, a un ritmo de rigor creciente.
Son ustedes una democracia, ¿no?
Pues lo que la mayoría (catalanes y no
catalanes) decidan es lo que deberían hacer los gobiernos que están para
obedecer los deseos de sus electores y no para que los electores paguen los caprichos de los electos.
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