En aquellos
tiempos tan remotos que solo sabemos de ellos por lo que sale en las películas,
a unos inmigrantes forzosos en Egipto llamados judíos que lo estaban pasando
muy malamente, un principal de sus amos los convenció de que era de los suyos y
los arrastró al desierto.
Como al
desierto lo llamaban así porque no había nada ni nadie, los judíos se quejaban
de que habían salido de Guatemala para entrar en Guatepeor y por poco no
descalabran al que los había arrastrado, un tal Moisés que se parecía mucho a Charlton
Heston, un actor de cine de siglos después.
Después de 40
años y superando infinidad de peripecias, los fugitivos llegaron a Israel y,
desde entonces a la actualidad siguen sin haber vivido en paz y concordia con
sus vecinos ni un cuarto de hora, por lo que los observadores se preguntan si
los judíos serán unos esaboríos o los malanges serán sus vecinos.
Pues chispa
más o menos pasa en España lo mismo con los catalanes: son los que viven mejor
del país del que forman parte y siempre se están quejando de que, si los
dejaran irse como dejaron irse de Egipto a los judíos, vivirían todavía mejor.
¿Qué se puede
hacer con los catalanes?
Puede que,
como los judíos de Los Diez Mandamientos, los catalanes tuvieran que enfrentarse
fuera de España a penurias más miserables que las del pan tierno y la cerveza
amarga a la que los castiga su actual exilio interior.
Y a los
españoles libres de los catalanes,¿ qué les ocurrirá?
Pues lo que
les pasó a los egipcios en cuanto los judios se fueron. Mejoraron tanto que
hasta llegaron a tener una emperatriz Cleopatra tan bella, excitante y maciza
que se parecía a Elizabeth Taylor.
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