Cataluña es una
de los componentes díscolos del todo pastueño que es España, la nación
especializada en ganar guerras civiles y en perderlas contra enemigos
extranjeros.
Que los
catalanes son españoles, por mucho que ellos se empeñen en negarlo, lo demuestra
que cada vez que se las han visto con los del resto de España han perdido.
Si no fueran
españoles, como algunos catalanes se empecinan en proclamar, habrían ganado
alguna de sus disputas bélicas, como hicieron todos los demás extranjeros a lo
largo de la historia de España.
(Excepto contra
nativos extraeuropeos provistos de armas de la edad de piedra y contra cheljas
norteafricanos equipados con armas que a ellos mismos les habían arrebatado,
los españoles ganaron algunas batallas y perdieron todas sus guerras).
Si los
catalanes no fueran españoles, como insisten en proclamarse, habrían derrotado
a los españoles en alguna de las ocasiones en que a lo largo de la historia se
enfrentaron.
Su trayectoria
bélica acredita a los catalanes como el néctar de la españolidad, lo más
español de España, los protoespañoles de la esencia hispana.
Porque si no
fueran españoles serían extranjeros y, como todos los ejércitos extranjeros
derrotaron a los ejércitos españoles, alguna vez habrían salido los catalanes victoriosos
en las repetidas guerras libradas contra España.
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