Vamos a ver si, con un ejemplo, podemos establecer la diferencia entre el periodismo que respeta el derecho de sus lectores a opinar lo que les de la gana y el que se propone que los lectores opinen lo que le da la gana al periódico:
El País, que apadrinó el tránsito de la España de antes a la España de ahora, da la muestra al publicar hoy:
“El PP agita el miedo a la llegada de “millones” de emigrantes”
“No es posible que haya papeles para todos y que España pueda absorber millones de africanos”.
¿Por qué "agita" el miedo y no "alienta" la esperanza?
¿Cómo es posible que el segundo titular, que implica la incontrovertible predicción del miedo de los españoles mencionado en el primero, no sería más razonable si solo pronosticara una España distinta (peor o mejor) a la España actual?
¿Por qué, pues, “agita el miedo” y no “despierta la esperanza”.
Los maestros del periodismo opinativo lo serían más si consideraran la información y la opinión como al agua y el aceite.
No se mezclan.
Seria también una prueba de que respetan la capacidad mental de sus lectores para opinar lo que les dé la gana.
Respeten al lector que les paga. Reconózcanle una capacidad para opinar, por lo menos, semejante a la del que escribe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario