Tan de gente
buena es compadecerse de las desgracias de otros como alegrarse de que haya
encontrado por fin un manantial de agua fresca el que llevara tiempo
arrastrando la lengua de sed.
O, lo que es lo
mismo, que ese beduino que con tanta pertinacia ha buscado durante tanto tiempo
la puerta de escape de su ningunez política, por fin la haya abierto de par en
par.
Pero ha
descubierto que dura poco la alegría en la casa del pobre porque, cuando todavía
se restregaba los ojos deslumbrado por el radiante futuro que le garantizaba su
brillante presente, el alma se le cayó a los pies.
¿Y se le
rompió?
--No se le
rompió porque el alma es intangible. irrompible e inconmensurable y, cuando se
dice que a alguien ase le ha roto el alma, lo que se quiere decir es que a ese
alguien le han hecho la puñeta, que a ese alguien le han metido los dedos índice y
corazón en el ojo derecho y en el izquierdo respectivamente.
¿Y cómo ve
ahora las cosas Pedro Sanchez?
--Pues muy
malamente, pero no tanto como para reconocer que debería haber comprado
billetes de autobús, o sacado del garaje
su coche privado, haberse puesto al volante y llevar a su señora a ver “The
Killers” que deben ser la mar de buenos porque, aunque su nombre significa “Los
Asesinos”, quienes los conocen dice que son de muy buena familia.
Y, después de
eso ¿qué hará Pedro Sanchez?
--Pues
perseverar, ordenar a su vicepresidenta que justifique sus futuras meteduras de
para antes de que las cometa y zurrarle la badana a la oposición política que son los malos porque, si fueran buenos, estarían gobernando. En una democracia honesta, el pueblo nunca se equivoca.
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