Taxista es el
conductor de un vehículo de alquiler que dispone una licencia administrativa
que le permite trasladar pasajeros, generalmente en núcleos urbanos.
Y de una
licencia para poder operar que, en Barcelona, cuesta unos 140.000 euros.
Las licencias para
operar de Uber o Cabify, las dos empresas trasportadoras de viajeros urbanos
que compiten con los taxis, oscilan entre los 52.000 y los 74.000 euros.
Esas son las
cifras que en una información sobre el conflicto que dejó a las ciudades
españolas paralizadas durante una semana, menciona “El Mundo”.
Como en esa
competencia por la misma clase de clientes la solución por la que optaron los
taxistas fue la huelga, los usuarios de uno y otro servicio pagaron con su
incomodidad el desarreglo.
¿Por qué
tienen que pedir y conseguir permiso del Gobierno del Estado el que lleve de un
lugar a otro al que esta dispuesto a pagar para que lo lleven y a aceptar el
precio del servicio que le proponga?
¿En qué punto deja
de ser el Estado armonizador de la convivencia entre ciudadanos para pasar a
ser instigador del enfrentamiento de los ciudadanos?
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