El circulo se
cerró y estos inventores de la manteca que tan cansinos son al ponderar lo
buena que es la democracia y lo mala que fue la dictadura, han acabado
agachando la cabecita y admitiendo que lo blanco es negro.
Porque han
llegado a la conclusión de que todo lo que la Dictadura hacía no era malo y, si
se enjuicia imparcialmente, menos malo que lo prescrito por la democracia.
Un suponer:
gobernar.
La dictadura lo
hacía por decreto ley que consistía en que, si al despertarse un lunes le diera
al que mandaba el volunto de que fuera domingo, firmaba un decreto- ley y en
domingo se convertía ese lunes hasta las doce de la noche.
No como ahora
que, para que al que yace en un sitio lo entierren en otro, el que se supone
que manda tiene que acatar todas y cada una de las leyes y hacérselas aprobar
por los que se supone que deben obedecerlo, los diputados que cobran sus
sueldos porque los colocó en un lugar de la lista de segura elección.
(Hay un tropel
de gritos, pateos y silbidos, inequívoca muestra de desacuerdo).
Restablecida a
duras penas la calma, la voz más estridente del tumulto logra silenciar a las
menos ruidosas.
--“Pero usted
está proponiendo volver a la dictadura”, grita.
--“Lo que yo
propongo” susurra el orador, “es hacer lo que haya que hacer. Lo que importa es
hacerlo, no cómo se haga”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario