Dentro de 30
años, cuando de los que ahora lucimos calva solo quede un cráneo mondo y
lirondo, a Pedro Sánchez se le podrá acusar hasta de haber matado a Abel, pero
no de mentiroso.
Porque, por lo
que dice la prensa que dijo hace un par de días el no-electo presidente
democrático de ésta España que traga y sufre, aunque empezó gobernando de
carambola, su gobierno durará 30 años.
¿Qué cómo va a
durar tanto?
Deshaciendo en
tres décadas todo lo que hizo el Generalísimo Franco en cuatro.
Pretende
demostrar que destruir es tan necesario como destruir y mucho más cómodo.
(Le preguntó
un anciano periodista, que en su infancia había sido franquista, por qué no se
construía sin necesidad de destruir)
--Para que no
se amontonen ni se confundan lo nuevo y lo viejo. Lo antiguo se hizo más
despacito que lo nuevo y, por eso se le da injustamente más valor.
--“Y, además”,
remato Sanchez, “como lo antiguo se hizo antes que lo moderno, ocuparon el
mejor emplazamiento y dejaron el peor para lo moderno”.
--“Por eso”,
concluyó el desenterrador de Franco y revolucionario de la democracia por
gobernar sin ganar elecciones, “para
hacer algo hay que destruir primero”.
Como ejemplo
de su revolucionaria praxis política, lo primero que hizo Sanchez fue cambiar a
la gente que encontró en Television puesta por otros, por los que él ha colocado.
“Perro que
come”—murmuró—ni muerde ni ladra al que le echa el mendrugo”.
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