Cuando pasen
cien años, y si Dios le diera salud, Pedro Sanchez seguiría siendo presidente
del Gobierno.
--¿A pesar de
que lo de su tesis doctoral resultara mentira?
Toda la vida
de todo político se sustenta en un pedestal idéntico: la mentira, la ocultación
de la verdad, el disimulo, conseguir que lo vean como ellos saben que no son.
Y es que para
ser presidente de gobierno, primera persona del presente de indicativo o number
one del rock-and-roll importa, más que tener facultades para serlo, engañar a
los demás para que crean que las tienes.
Es así esto de
la política, que a los ingenuos parece tan complicado, lo más simple:
Consiste en
engañar a los demás para que te confíen la administración de tu voluntad a
cambio de que les resuelvas sus problemas.
Si no se los
resuelves, el número de causas ajenas a la voluntad del gobernante, y que le
impidieron cumplir su promesa, es infinito.
Es, como el
caso de los eructos y los gases estomacales, la never ending story, el cuanto
que nunca se acaba.
Si tanto se
queja la gente de sus gobernantes, que cada uno resuelva sus problemas por sí
mismo.
Verán qué
pronto suplican que vuelva a mandar un cuentista al que, si no le saca las
castañas del fuego, pueda culpar de que las chamuscó.
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