Anda
uno tan desconcertado desde hace 75 años (más lejos de los 75 que de los 76)
que, sin querer, no deja de lamentarse como Cicerón cuando decía aquello de ¨no
sé qué hacer ni qué pensar”.
“Pues
haz como siempre has hecho en ocasiones similares: Dale al que presida la mesa
el sobre con la papeleta que te haya dado la hija que te acompañe a votar”.
Eso
haré porque no hay gesto más revolucionario que repetir lo que siempre hayas
hecho.
Y
ni le discutas al que te acuse de ser democráticamente irresponsable por tomarte a coña eso tan serio que son las
elecciones.
--No,
si yo no me tomaría a broma las elecciones si fuera candidato y dependiera del
resultado mi bienestar y el confort de mis amigos y familiares.
--Pero
es que la democracia permite que hable el pueblo y, como todo el mundo sabe,
voz del pueblo es voz del cielo…
--Eso
dice la letra de mirabrás, un palo del jondo, cante de guitarreros gordos y
bailaoras desgreñás.
--Y
entonces, ¿qué?
--Pues
lo que sea, siempre que no sea mirar para atrás y que te pase como a la mujer
de Lot, que acabó convertida en estatua de sal.
¡¡Santo
Dios, con lo mala que es la sal para el corazón!!!
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