¿Fue
la de ayer en el Congreso de los de
Diputados “una situación de falta de
seriedad o rigor, en un asunto que lo exige”?
En
caso afirmativo, la chusca tenida de los diputados en su Palacio, pasivamente
protegidos por dos leones de piedra, fue un cachondeo.
“¿Chusca?
Los diputados y sus secuaces tienen la gracia en el culo, donde las avispas
esconden su aguijón.
(A
mediados del siglo pasado, cuando su servidor era niño que hasta desconocía qué
era la inocencia, un tal Caudillo nos obligaba a quitarnos el hambre a guantazos
y un cual Carpanta soñaba con comerse un pollo,
como los que ahora se apelotonan en las estanterías de los supermercados
y nadie compra para no engordar) .
“¿Es
que ahora no hay hambre?”-
--Tanta
como antes, pero la de ahora es para no engordar porque la gente cree que es feo estar gordo y que la mas, o el mas
bonito, es el que pese menos que un suspiro.
Todas
esas trivialidades para llamar a los politicos tunantes son, más que pan comido,
pan vertido en deposiciones rutinarias que acaben en la fosa séptica.
Oiga,
¿y si es así, ¿por qué hay ahora más políticos por metro cuadrado en España que
bandoleros había en tiempos de Curro Jimenez?
Porque,
a diferencia de Curro Jimenez que tuvo que esperar 200 años para hacerse
famoso, a los políticos ya los conoce todo el mundo antes de que a algún
prójimo le haga un favor.
--¿Todos
hace favores?
--Todos:
unos creándoles problemas a los ciudadanos para después resolvérselos y, los
demás, sirviendo de chivos expiatorios para las frustraciones individuales de
los votantes.
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