El
más chico de mis nietos acaba de cumplir dos años y, de manera instintiva,
mueve por la pantalla del teléfono móvil su dedo índice, con tal desenvoltura
que a su abuelo de 76 años y envidioso
por naturaleza, le da coraje.
Puede
que haya sido el invento que más fulminantemente se ha difundido y el que con
más amplitud haya contagiado a la Humanidad, tan nutrida la actual como la suma
de todas las humanidades precedentes.
¿Y
qué pasa con los teléfonos móviles para escribir tanta babosada?
--Pues
viene a cuento, y ustedes disimulen, a que si a los zánganos sevillanos que
anduvieron en Pamplona aquella épica
noche sanferminera con aquella chica madrileña no se les hubiera ocurrido
robarle el móvil al final de que pasara lo que pasó, todo lo que posteriormente
se ha dicho y escrito ni se hubiera escrito ni se hubiera dicho.
--Pues
vaya usted a saber…
No hay comentarios:
Publicar un comentario