Pretencioso
es el que prende una orquídea en el ojal del smoking para que, al entrar en el
rutilante salon, lo cieguen los flashes de las cámaras y lo ensordezcan los
murmullos admirativos de la chusma.
Lo
de la orquídea es una novedad, imposible antes de la revolucion que protagonizo
Alberto de Sajonia al añadir el ojal para adornar con una flor la solapa de la
chaqueta que lucio el dia de su boda.
Como
el que aspira a cortar orejas y teme que le devuelvan el toro al corral debe
sentirse en estas horas de incertidumbre el inefable Pablo Iglesias, el más
rico de los pobres y el más pobre de los ricos.
Los
legendarios mártires daban por buenas las dentelladas del león porque al
abrirle las carnes le abrían también las puertas del cielo.
Iglesias
es el mártir de ahora, de éstos tiempos aciagos en los que el que quiera mandar
ya no tiene bastante con matar a sus adversarios, sino que tiene que engañarlos,
y ya se sabe que el que mienta la
primera vez ya no puede parar de mentir
para proteger su primer embuste.
Ahora
se chismorrea en los mentideros que, si no sienta su escuálido trasero en el terso cuero del sillon del consejo de
ministros , aspira a que lo haga un sucedáneo del suyo, el de madame Tarzan.
Nunca
fuera sillón ministerial de posaderas tan bien posadas como lo serían las que
modelaran la parte sobre la que recaería el peso de cuerpo de dama tan bien
servida.
Hay
sesudos analistas de la transformación de la sociedad por medio de la acción
política que condicionan la bondad o vicio de los cambios sociales al camino
seguido para lograrlos.
--Sería
lícito fusilar al que haya robado una gallina si se respetaran escrupulosamente
las normas y procedimientos democráticos que concluyan con si condena.
--¿Y
si a un venerable sacerdote que lee su
breviario en la apacible sombra de un paseo público le llama la atención que un
desgreñado estrangula a un niño inocente y al precipitarse en ayuda de la
victima le pega una patada en los huevos al
atacante que lo incapacita para in aeternum?
--Pues
la ha amolado. Hasta el siempre demasiado cercano fin de su vida se verça entre
abogados.
--¿Aunque
gane el caso?
--El
que pleitea siempre pierde. Ya lo decía un viejo que además de sabio tenía mala
leche: “que entre abogados te veas y ganes”.
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