Si a una persona humana le
disgustara algo o alguien, pero no tanto como para darle un sopapo de frente y
por derecho, se dice que ese alguien o ese algo “le da coraje”
En esos casos, y si se presentara
la ocasión de que al que te da coraje lo pillaras descuidado, se recomienda
meterle un viaje mientras disimulas silbando un vals.
¿Y por qué no le hacen eso a estos
anfibios de español y europedo, naranjos agrios injertados en navelino, conocidos por “los de ciudadanos”?
Pues porque no está bien visto en
estos tiempos de amagar y no dar, en los que conviene endulzar el asesinato artero silbando el “Danubio Azul”
para que la víctima tenga un fin bello y romántico.
--“Pues a mi lo que más me
gustaba”—media en la conversación sin ser invitado el abominable antropofascista—“era
aflojar la presión de los dedos sobre el gañote de la victima y, cuando
confiara en que se iba a salvar, apretar otra vez pero con más fuerza”.
(Los demoizquerdistas y
demoderechistas que escuchaban movieron la cabeza de izquierda a derecha los primeros
y, de derecha a izquierda los segundos).
En un bien argumentado comunicado
conjunto posteriormente emitido, los demócratas de derechas y los de izquierdas
condenaron la “brutal zafiedad del texto fascista por admitir abiertamente lo
que piensan”.
Aunque los comunicados de los demoderechistas
y demoizquierdistas coincidieron en condenar el escrito de los demofascistas, los
primeros hicieron hincapié en acusarlo de “descarada demonizacion de la
democracia” y los de izquierda lo tacharon de “elogio del narcisismo
individualista”.
--Y eso, ¿qué es?
--Pues algo asi como que tú tienes
que ser yo y yo tengo que ser tú.
--Una pala le daría yo a los
primeros y una piocha a los segundos.
--Pues yo,una piocha a los primeros y una pala a los
segundos.
Y aunque firmaron las dos partes el acuerdo, en el mismo momento de la
rúbrica ya estaban pensando en cómo burlarlo.
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