Ojalá fuera complejo de inferioridad lo que
uno tiene. Con ir al siquiatra, aguantar despierto mientras el tío se duerme escuchando
las babosadas que uno suelta y sacándote un capital por no hacer nada, todo
resuelto.
Del
siquiatra saldrías silbando, bajo la sombra de los frondosos álamos del parque
más cercano.
Pero…
¿Y
si lo que de verdad tienes es conciencia de inferioridad?
Ahí
se lió el lio.
Un
suponer, eso de los políticos y la política, la conjunción más perniciosa que
los dioses inculcaron a los hombres para que aprendieran que no todos somos
iguales porque el que manda manda, y el que es mandado obedece.
¿Y
esa diferencia es para siempre, tan eterna como el gazpacho?
--Casi
porque si los obligados a obedecer ponen pié en pared y dicen hasta aquí hemos
llegado, tienen que eliminarse entre ellos como en los partidos de futbol de la
Copa y, cuando ya queden solamente dos, el que se cargue al otro es el que
gana.
--Asunto
ease complicado, ¿no le parece?
--Por
ser complicado es entretenido y si además añades el asunto de las quinielas, es
el cagalse.
--Se
me ha ocurrido sobre la marcha, lo que demuestra mi innata genialidad: ¿y si se
hicieran quinielas con la política?
--Te
forras ineludiblemente que quiere decir de manera infalible, tan cierta como
que de morir habemus.
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