Si fuera lo que
sugiere, bueno.
Pero lo que parece
no es lo que los incautos creen y los tunantes hacen creer.
En definitiva, que el candidato al que prefieran más
votantes no será necesariamente el mejor presidente del gobierno de los que
aspiren al cargo.
Eso de las
elecciones es un sistema tan eficaz como el de los augures de antaño para saber
si el que aspira a ser electo desempeñará el cargo con eficacia.
Si tan de fiar era el método de los
antiguos como es el de las elecciones modernas, ¿por qué no se destripa una
paloma (rata con alas) para confirmar que un determinado aspirante a gobernar
sería un asno borracho si lo hiciera?
Porque de la martingala electoral chupan
del bote más que miles millones, y un palomo lo compras por poco más de un real,
naturalmente de los que, en los felices tiempos pasados, te sobraba para
comprar un haiga).
Un haiga o un manojito de
violetas.
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