Dicen que al que se
le ocurrió la ocurrencia fue a Eurípides, aquel que con Sófocles y Esquilo
(“Eurípides, no te sofocles, que te esquilo”) formaba el trio atacante de la
poesía clásica griega.
¿Y qué se le
ocurrió al pobre Sófocles?
--Pues que cuando los dioses quieren acabar con algún
hombre, lo primero que hacen es volverlo loco.
Pues la cosa pinta
rara porque últimamente se ven y oyen tantas barbaridades (hechos y dichos de
extranjeros) que no parece que este sea un mundo de pirados, sino que es el
mundo el que está pirado.
Por ejemplo:
A) Que
a la hora de decidir lo que haya que hacer para que todo el mundo esté
contento, lo mismo vale la opinión del que sepa cómo la del que no sabe ni cómo comer.
(Hay que tener en cuenta que,
como el número de los que ignoran es superior al de los que saben, todo el
mundo acabará por hacer lo que a los ignorantes se les ocurra).
B) Que
si los que no tienen son más numerosos que los que tienen, no hay que estimular
a los que carecen para que incrementen lo que tengan, sino penalizar al que
tenga para que tenga menos.
¿Y por qué no se acicata a los
que tengan menos para que agudicen su ingenio y le echen más horas al curro,
y así tengan más?
--Las cosas….
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