Al ponerse el sol sobre la España todavía emponzoñada por la
peste china, uno se percata de que el de hoy ha sido el aniversario de uno de
los días más nefastos de la Historia del país:
Aquel 2 de Mayo de 1808
en el que los españoles dieron sus vidas para defender su esclavitud contra los
que habían llegado para garantizarles su libertad.
Se conoce aquella
fecha como la del comienzo de la guerra de la Independencia que, de hecho, fue el
de la ratificación de la esclavitud.
Murieron en Madrid,
y posteriormente en el resto de España, ciudadanos que dieron su sangre por
defender su perpetua servidumbre y evitar la libertad que se les prometía.
Y es que las
banderas francesas, que hacían ondear las tropas franceses frente a los madrileños
que se arremolinaron en su contra, significaban la promesa de que los
habitantes de la tierra serían sus dueños.
El dos de Mayo de
1808, los madrileños se alzaron contra los franceses a los que el hasta
entonces Rey de España les había pedido que llevaran a Francia y a su lado al
Infante Francisco de Paula, que había quedado e Madrid.
“Que nos lo llevan”,
cuenta la historia que protestaban los que intentaron impedir por la fuerza a
los franceses que cumplieran el deseo del que había sido Rey de España.
No fue el dos de
Mayo de 1808 símbolo de la bravura de un pueblo contra la oprobiosa tiranía de
un invasor extranjero.
El dos de mayo de
1808, y bueno seria que cuanto antes lo reconozcamos, fue una opción en favor
del malvivir como esclavos y en contra de la azarosa incomodidad de satisfacer
sin tutela las propias necesidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario