Llueve hoy mansa, apaciblemente, sobre los campos de Andalucía, intensamente verdes desde que un viejo Caudillo promovió la agricultura de regadío.
Pero tan en el
fondo del alma de los andaluces anidó el pavor a la sequía que, todavía, la
lluvia se recibe como regalo inesperado de los dioses por algún raro mérito de
los humanos.
Así que los
augures encendieron hoy sus ordenadores para formular sus vaticinios y llegaron
a la conclusión de que llueve porque ayer se reconoció por fin una injusticia
tremenda, de esas en las que los dioses tienen que celebrar consejo pleno para
castigar al infractor.
Y es que a los que mandan en Andalucía
desde que son los pecadores los que deciden quien manda, los declararon ayer
culpables de haber contribuido a incrementar la pobreza general gracias a que
aumentaron sus riquezas particulares.
--Ah, eso de que los socialistas se
gastaban en putas y drogas el dinero de los paraos…
--A lo basto sí, pero la cosa es más
complicada porque resulta que el partido de los ahora trincados decía que eso
de gastarse el dinero de los pobres en putas y francachelas era cosa de los
ricos.
--Y ahora se ha demostrado que todos somos iguales. Si ya lo decían los socialistas, comunistas, podemitas y otros caras…
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