viernes, 24 de abril de 2009

ZAPATERO, INADECUADO EN MOMENTO INOPORTUNO

Sería una vileza suponer falta de patriotismo a José Luis Rodríguez Zapatero porque hay que dar por descontada la honestidad del Presidente del Gobierno de España, elegido por los españoles.
Tanto como la nobleza de sus intenciones hay que admitir la sinceridad de sus tribulaciones cada vez que un nuevo dato contradice las previsiones alentadoras sobre el final de la crisis económica que previamente había adelantado.
Como la buena voluntad de José Luis Rodríguez Zapatero y su patriotismo no ofrecen dudas, hay que compadecerlo por la amarga angustia que debió acongojarlo al saber que el número de parados ya ha rebasado los cuatro millones y que, en lugar de disminuir, parece que va a aumentar.
Como patriota honesto, el Presidente del Gobierno se habrá preguntado más de una vez si está capacitado para pilotar a España y salvarla del naufragio, cada vez más amenazante, de su economía.
Es posible que José Luis Rodríguez Zapatero tuviera la mala suerte de que lo reeligieran, cuando España requería un gobernante que gestionara la penuria que se empecinó en no ver, mientras administraba todavía la prosperidad.
La labor de Zapatero en su primer mandato fue, por lo menos, discutible. En su segundo está claro que es el presidente menos adecuado en el momento más inoportuno.
Salvando las distancias, el de Zapatero es un caso parecido al de Neville Chamberlain, el primer ministro británico que, a pesar de todas las advertencias, persistió en su candidez de que sería capaz de apaciguar a Hitler, hasta que se convenció de su error y tuvo el buen juicio de dimitir.
La Historia demostró que Winston Churchill, su sucesor, era el hombre que Inglaterra necesitaba.
Es posible que José Luis Rodríguez Zapatero tenga virtudes excepcionales para dirigir el gobierno de España en momentos menos turbulentos, pero está claro que no es el Presidente adecuado para los actuales.
Por la ineficacia de sus esfuerzos y su contumacia en rechazar el cambio de rumbo que le aconsejan, está perdiendo el respeto de los españoles.
Si, en un gesto de grandeza, admitiera sus escrúpulos para adoptar las medidas que los expertos recomiendan, dimitiera y facilitara que lo suceda quien esté dispuesto a ponerlas en vigor, demostraría su patriotismo y su talla de estadista.
Y recuperaría el respeto de los españoles.

miércoles, 22 de abril de 2009

POR QUE REMENDO ZAPATERO SU GOBIERNO

Aunque en estos tiempos de crisis debería evitarse el despilfarro, parece que el responsable de conducirnos de vuelta a la prosperidad perdida no se ha enterado.
Barak Obama, el amigo del gobernante español con apellido de artesano de la lezna y la chaveta, debería haberle avisado de que “time is money” y de que, como el tiempo es oro, no debería desperdiciarlo.
Si hubiera tenido el instinto frugal que los tiempos exigen, Zapatero se habría ahorrado el 99 por ciento del tiempo y las palabras que ayer gastó en el Congreso de los Diputados, porque solamente el uno por de lo que dijo y del tiempo que empleó en decirlo merecían, si acaso, la pena.
“…la competencia de proponer al rey cambios en las personas de los ministros, así como la de configurar la estructura del gobierno, se la otorgan en exclusiva a su presidente la constitución y las leyes”, advirtió Zapatero en el segundo párrafo de su discurso, con lo que le dijo a la Cámara que los cambios en su gabinete los había hecho porque le había dado la gana.
No hubiera necesitado la conceptuosa verborrea justificativa subsiguiente, achacando a un mejor cumplimiento de lo acordado en la reunión que los países miembros del G-20 celebraron en Londres el 2 de Abril el remiendo que le hizo a su gobierno.
Por si acaso se me hubiera escapado algún matiz que justificara la justificación para el cambio aducida por Zapatero, repasé minuciosamente el texto de los 29 puntos de la declaración londinense.
O he perdido la pericia de los tiempos en que informaba sobre las Asambleas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, cuando me ganaba la vida en esos menesteres en Washington, o Zapatero no se enteró de lo que acordó con sus colegas del g20 en Londres.
Porque Zapatero y sus compañeros de reunión en la capital inglesa, por lo que dicen en su declaración final, no apuntan nada que pueda hacer recomendable una reestructuración del Gabinete español.
Si la ha hecho Zapatero ha sido porque ha querido y porque tenía derecho a hacerla. Seguramente confía en que los nuevos ministros cumplan mejor que los sustituidos lo que de ellos espera.
Nadie le discute su derecho, pero que no haga perder el tiempo con explicaciones peregrinas a los que, en vez de ganarse las cigalas en sus ocupaciones diarias, desperdiciaron oyéndolo decir banalidades una mañana tan placentera como la del 22 de Abril, que hubieran aprovechado mejor paseando por el Retiro.

martes, 21 de abril de 2009

COSLADA: EL OESTE AL ESTE DE MADRID

Esta es la historia de dos ciudades,aunque no la relatada por Charles Dickens.
Los vecinos de la primera son imaginados. Los de la segunda, de carne y hueso.
La primera es un polvoriento lugar de casas de madera alrededor de un saloon donde malencarados vaqueros beben whisky mientras petrimetres tramposos desvalijan a los incautos, jugando al poker.
La segunda, situada cerca del aeropuerto de Barajas donde muchos de sus 90.000 habitantes trabajan, esperaba hace un año haberse librado para siempre de la tiranía de un déspota fullero .
El perdido lugar sin nombre de las películas del oeste y la bulliciosa ciudad de Coslada,al este de Madrid, en casi nada se asemejan, pero tienen un mismo problema: ha regresado el sheriff al que nadie quiere.
En la primera, ya lo sabemos porque muchas veces lo hemos presenciado, el bonachón aparentemente indefenso que parecía incapaz de romper un plato se ve empujado a enfrentarse al matón, es inesperadamente más rápido y más certero con el colt, se carga al indeseable, el poblado recupera la paz y el justiciero se casa con la chica de alterne regenerada.
Lo de Coslada parece que va a ser más difícil porque, dicen, las leyes permiten que el sheriff recupere su estrella y, a su amparo, siga jodiendo al personal.
Las Escrituras sentencian que no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre lo que, traducido a nuestros días, quiere decir que las leyes se aprueban para servir a los ciudadanos y no son los ciudadanos los que tienen que someterse a leyes injustas e ineficaces.
¿Qué ley es esa ley que impide a la justicia evitar lo que todos creen que es injusto?
Muy fino tienen que hilar para justificarse quienes permiten que, en un sistema en el que gobierna el pueblo, las leyes que se elaboran para servir a los ciudadanos se vuelvan en su contra.
Sobre todo porque no es el de Coslada el primer caso en el que, en España, las leyes benefician al delincuente y penalizan a su víctima.
Tiempo sobrado han tenido los responsables para adecuar las leyes a lo que los ciudadanos exigen. Demorar su enmienda para hacerlas garantistas de los derechos del que sufre las agresiones y no del que las comete es una torpeza inexplicable.
Si siguen beneficiando al transgresor, el caso de Coslada, el de los terroristas libres, el de los atracadores reincidentes o el de los violadores pertinaces puede acabar como el del pueblo sin nombre del polvoriento oeste.
Y eso no solamente sería malo, sino evitable.

lunes, 20 de abril de 2009

MEJOR SONRISAS QUE LAGRIMAS

En estos días primaverales de tiempo tan voluble como una mocita enamoradiza, obsesionarse con los nubarrones que los profetas vaticinan para el futuro previsible es, además de una perturbación anímica, una ordinariez.
Porque, aunque no lo pareciera en los sombríos días del ya pasado invierno,aparte de crisis económicas, gobiernos incompetentes y políticos corruptos, hay razones suficientes como para agradecer cada día la dicha de vivir.
Solamente los que no conocieron tiempos peores podrían lamentar el presente y temer al futuro y, si fueran perspicaces, se alegrarían de la suerte que tuvieron en lugar de amedrentarse por el futuro que temen.
No tiene destreza el hombre para modificar acontecimientos pretéritos ni fijar los venideros. Solamente para los dioses es eternamente presente.
¿Para qué llorar, además, si no tenemos quien nos oiga?
A los que hasta bastante después de tenernos que afeitar no supimos lo que eran las vacaciones, las estadísticas que lamentan la reducción del número de pernoctaciones en hoteles, como medida de la gravedad de la crisis económica, nos suena a sarcasmo.
Bendito Dios que, gracias a que trabajamos durante muchos años como inmigrantes en nuestra propia tierra, los españoles vivimos ahora peor que hace dos años, pero mucho mejor que hace cuarenta. ¿Para qué echar la memoria atrás solo 24 meses en lugar de hacerla retroceder cuatro décadas?
¿Y por qué nos engañamos culpando a otros de nuestras actuales dificultades, si son consecuencia de nuestro capricho?
Con dos millones de españoles en paro atábamos los perros con longanizas hasta hace poco, y el trabajo que no nos gustaba vinieron millones de extranjeros suspirando por hacerlo.
¿Qué el gobierno es ineficaz? Todo lo ineficaz que se quiera, pero fueron los españoles que ahora se quejan de su inepcia los que lo encumbraron.
Será consuelo de tontos, pero los españoles todavía no tenemos que abandonar nuestra tierra para encontrar en una extraña lo que donde nacimos no teníamos, como nos pasó no hace tanto y, aunque insuficiente, el amparo al desamparado no está sujeto a la caridad, sino al derecho.
Tenemos razonablemente garantizada la atención a nuestra salud, por debajo de los 25 años todo el que quiera instruirse tiene plazas en escuelas y centros de instrucción, tenemos vivienda aunque hipotecada y el pan, por lo general, no nos falta.
Si eso es conformarse con poco, con menos nos teníamos que aguantar hasta hace poco y, si el gobierno no nos gusta, con cambiarlo dentro de tres años está resuelto el problema.
Si, a pesar de todas estas recomendaciones para el optimismo seguimos obsesionados por las penurias que nos acongojan, miremos al cielo.
Después de los inesperados turbiones descargados por inoportunas nubes, en primavera suele salir el sol, las ramas desnudas de los árboles se abultan con los botones que romperán en flores y el sol, que en invierno nos parecía imposible que volviera a brillar, resplandecerá en el cielo y su calor vivificará la tierra.
La vida, aunque parezca ahora mentira, volverá a ser bella y merecerá la pena vivirla todavía más que ahora.

domingo, 19 de abril de 2009

EL PRETENCIOSO CINE ESPAÑOL

Los que se dedican al cine en España, y viven más de las subvenciones que de las entradas que venden sus películas, buscan y no encuentran culpables de su fracaso.
Les bastaría, para descubrirlos, con mirarse al espejo.
Es verdad que las películas extranjeras, sobre todo las norteamericanas, tienen presupuestos más cuantiosos, las favorece una más amplia distribución y, en su promoción, gastan más que las nacionales.
Pero siendo verdad todo eso, no son esas las únicas razones por las que los españoles hacen colas para verlas y huyen de las salas que exhiben películas españolas.
Que los cineastas españoles busquen en la semántica el motivo de su penuria y el de la opulencia de sus colegas de Estados Unidos:
Los que se dedican al cine en Hollywood se consideran a sí mismos, simplemente, trabajadores del show business, gente del espectáculo, mientras que sus engreídos colegas españoles se proclaman impulsores de la cultura.
Hasta el más inexperto de los actores españoles, aunque solo preste el sonido de su voz a las palabras del argumentista y se limite a acomodar sus gestos a lo que el director le ordene, se considera protagonista cultural.
Ese engreimiento semántico, por el que pretenciosamente han pasado del oficio de cómicos al de creadores de cultura, puede que tenga que ver con el cambio de fortuna de los cineastas españoles y con el creciente distanciamiento de los espectadores de lo que les ofrecen.
Porque, como intelectuales y agentes culturales, los cineastas españoles derivaron hacia la tentación de modular y dirigir los gustos de los espectadores en vez de ofrecerles, simplemente, lo que los espectadores quieren y les gusta.
La misión que se han impuesto, sin que nadie se lo pida, es la de elevar el nivel intelectual de los españoles, sacándolos del error complaciente con el que la dictadura fascista los había embrutecido. Quieren que el cine adoctrine a los espectadores para que miren a la realidad como ellos quieren que sea.
Los cineastas españoles desmontan el mundo artificial y mojigato de las películas intrascendentes propiciadas por la Dictadura, para lo que convierten en victoria la derrota que sufrieron las ideas republicanas en la guerra civil.
Quieren hacer un cine diferente, que forme conciencias comprometidas , acepte su visión de la realidad social y abra brecha para que en la vida española irrumpa una sociedad nueva y progresista.
Se les contagió la pretensión de todos los déspotas—Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, Mao, Fidel Castro o Pol Pot—de crear un “hombre nuevo” a su capricho, para reemplazar al hombre común que acudía a ver a Sara Montiel, Manolo Escobar, Alfredo Landa o Joselito.
Los autonombrados agentes culturales quieren que los espectadores vayan a sus películas para sufrir la angustia del fracaso de sus ideales utópicos, pero los españoles se empecinan en acudir al cine como simple pasatiempo.
Por eso prefieren las películas que les sirve la gente del show business, el negocio del espectáculo, y los ahuyentan los sucedáneos de angustias progresistas que atormentan a los cultos actores, directores y guionistas de cine español.
Es un capricho que la cinematografía española puede permitirse, mientras lo pague el gobierno que los apadrina con el dinero que saca a los que prefieren un cine que entretenga.
Si quieren realmente que el público español vaya a ver sus películas, que recuerden que “Los otros”, “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”, “Torrente, misión en Marbella” y “El Orfanato” han sido, hasta ahora, las que más dinero han recaudado.
Para que las salas se llenaran, ninguna tuvo que justificar la derrota republicana en la guerra civil ni promocionar un hombre nuevo, afín a la progresía que profesan los cultos cineastas españoles..

jueves, 16 de abril de 2009

SARKOZY Y LA DEMOCRACIA

Como lo dijo en francés y los que oyeron lo que dijo lo han relatado en el mismo idioma, la traducción al español de lo que Nicolás Sarkozy opina sobre si José Luis Rodríguez Zapatero es tonto o listo ha enmarañado las dudas, en vez de despejarlas.
Cotejando las versiones que han llegado de lo que, amparándose en la reserva de la conversación que mantenía con sus contertulios dijo del presidente español, parece que el Jefe del Estado de Francia discrepó del comentario aparentemente despectivo de uno de ellos, señalando que Zapatero “no será muy listo, pero gana elecciones”.
Si así hubiera ocurrido el lance, caben algunas consideraciones:
a) Que Sarkozy es tan ingenuo que creyó que su comentario no trascendería.
b) Que dijo lo que dijo consciente de que sus interlocutores lo pregonarían.
c) Que, de hecho, rebatía a quienes menosprecian al Presidente del Gobierno español.

Es una pena que el resto de la conversación no trascendiera porque la afirmación de Sarkozy origina una duda corrosiva:
¿Cree el Presidente de Francia que solamente los listos ganan elecciones?
¿Ganar elecciones equivale a la concesión del certificado de listo?
Pirotecnia verbal aparte, en la reseña de la comida con sus parlamentarios hay una frase del Presidente francés que lo retrata como político sincero y cínico, según las enseñanzas de Antístenes de rechazar los convencionalismos sociales.
“Lo importante en una democracia”—dicen que dijo el Presidente de Francia—“es ser reelegido”.
En el alboroto del chismorreo que la alusión a Zapatero despertó, esa afirmación de Sarkozy pasó desapercibida aunque signifique la negación de todas las virtudes con que han querido adornar el sistema democrático de gobierno todos los que han ensalzado su supremacía moral.
Si lo que importa en una democracia es la reelección, como dice Sarkozy, es que la democracia solo interesa a los que de ella se benefician para conseguir el poder y mantenerlo.
¿Y el pueblo? ¿En qué beneficia la democracia al pueblo?
Que Sarkozy me lo aclare porque, si no lo hace, tendré que confirmar mis temores de que, para lo único que la democracia sirve a quien no se sirva de ella para conseguir un puesto que le permita vivir, es para dejarse convencer resignadamente de que ha dado su voto a un listo. .

viernes, 10 de abril de 2009

OBAMA, RAZON DE SER DE ESPAÑA

Una veleidosa argucia del azar fue la culpable de que la historia del territorio comprendido entre Andorra y Gibraltar conocido como España haya sido una Historia plagada de enfrentamientos fratricidas, guerras y lágrimas.
Porque la hermosa y trágica Historia de España hubiera sido un ejemplo de concordia, fraternidad y armonía para toda la humanidad si uno de sus más ilustres hijos hubiera nacido veinte siglos antes.
El trasfondo de las contiendas civiles que con tanta pertinacia enfrentaron a unos españoles contra otros durante su agitada historia fue la discrepancia sobre lo qué es España y su misión en el mundo.
Ya en los albores de los tiempos, los nativos españoles se mataron entre ellos defendiendo la idea y el destino de España según los intereses de sus aliados romanos o cartagineses.
El Conde Don Julian y el Obispo Don Opas veían una España distinta de la que contemplaba su Rey Don Rodrigo, y por eso trajeron a los musulmanes, para que los librara del concepto visigodo imperante.
El zaragozano obispo Braulio ensalzó a San Isidoro como al rompeolas que se opuso a la marejada islámica y los Abderramanes, tan españoles como los condes cristianos de los que eran enemigos, creían que era islámico el destino de España.
¿Fue la razón de ser de España descubrir nuevos mundos, demostrar la redondez de la tierra y facilitar el acceso a la Vida Eterna a los paganos de Ultramar?
Hubo quien argumentó a sangre y fuego la esencia y la misión de España como defensora de la fe, contra luteranos, moriscos y judíos.
La mitad de los españoles defendieron, y la otra mitad se opusieron, a las ideas de la Ilustración, que flameaban en las bayonetas napoleónicas.
Tan españoles eran quienes dieron, como quienes quitaron vidas por una ley sucesoria a favor o en contra de Isabel segúnda.
El Glorioso Caudillo de la Cruzada cifró la misión de España en la derrota de la siniestra alianza comunista-capitalista-judeomasónica-liberal y, sus contrincantes, se erigieron en paladines de la derrota del fascismo-imperialismo-capitalismo.
Ha sido, pues, la de España, una trágica historia de discrepancias que los españoles se empecinaron machaconamente en dilucidar matándose unos a otros .
Tarde ha llegado la definición del ser y de la misión de España pero, al fín, llegó a principios de éste venturoso mes de Abril del año 2009.
Gracias al magisterio y la prudencia de uno de los españoles más ilustres, José Luis Rodríguez Zapatero, sabemos que la misión de España, su justificación como nación y su objetivo como pueblo es ayudar a Obama.
Su definición de la misión a la que los dioses han convocado a España augura una perpetua ventura para ésta tierra tan necesitada de sosiego. Corresponde a los españoles ayudar a Zapatero para que pueda ayudar a Obama, y se cumpla así el Destino de España..