Si alguien quiere convencerse de que importa más aceptar lo que se es que alardear de lo que se tiene, que vaya a Portugal y hable con sus habitantes.
Por cortesía elemental, que intente hacerlo en portugués aunque, si le fuera imposible, que no se preocupe: los portugueses están acostumbrados a esforzarse en entender al visitante, si el visitante es incapaz de hacerse entender.
Después de siete días entre gente modesta, amable y orgullosa se vuelve a España envidiando la sabiduría de los que han sabido conservar lo que son, sin caer en la tentación de cambiarlo por lo que no tienen.
El viajero, que durante la década que vivió en Portugal aprendió a respetar el país y admirar a sus habitantes, se siente como en casa cada vez que regresa.
Los días que pasa entre portugueses, se vuelve parlanchín y comunicativo, como si quisiera que se percataran de que no todos los españoles son nuevos ricos que regatean a voces el precio de las baratijas que arrasan en la Boca do Inferno.
Llegó a Lisboa el viajero la noche del diez de Junio, Día de Portugal .Sorprendente unanimidad en los comentario de las emisoras, porque todos coincidían en cantar los descubrimientos portugueses.
A nadie se le ocurría mencionar que el tráfico de esclavos fue la más lucrativa actividad ultramarina ni que ese mismo Diez de Junio era la Fiesta de la Raza de los dictadores Salazar y Marcelo Caetano.
Le pareció admirable el cuidado del centro urbano de Aveiro—un empleado de la limpieza empujaba un carrito en el que su compañero iba echando a mano las hojas de árboles caídas en la calzada—, el mimo de los empleados de la Tapada de Mafra con los ciervos y jabalíes del parque, cuya proclamada condición agreste no engañaba a nadie, o el agrado del servicio del restaurante de Mealhada especializado en lechón.
Las comparaciones puede que sean odiosas, pero son inevitables: si los portugueses, con 22.000 euros de ingreso per cápita parecen razonablemente satisfechos, ¿por qué los españoles, con 34.000, están siempre al borde de un ataque de nervios?
Sospecho que algo tiene que ver que los portugueses hayan sabido reconciliarse con su pasado y los españoles no, auque en la historia de los dos pueblos se cuenten largas dictaduras, pasados épicos y una larga tradición de empleo de la religión como herramienta de control social, para apaciguar la insatisfacción del pueblo.
Además de la religión, el poder portugués manejó el miedo reverencial a Castilla para frenar el descontento popular y, aunque la represión de su dictadura fuera menos sanguinaria que la española, las largas guerras coloniales estigmatizaron a una generación de portugueses.
Los portugueses han logrado relegar a su historia como pueblo los sinsabores de la Historia y aceptan su modesto presente sin invocar a los fantasmas de su pasado. Para envidiarlos.
martes, 16 de junio de 2009
lunes, 8 de junio de 2009
¿EL PAIS ES DEL GOBIERNO O EL GOBIERNO ES DE EL PAIS?
Decir que “hay motivos más que suficientes” para que José Luis Rodríguez se someta a una moción de confianza no es, a menos que el significado de las palabras sea distinto para la secta progresista, “exigirle” que lo haga.
Con buena voluntad, el equívoco titular de El País en una de las informaciones de su edición digital, podría haber sido un lapsus en otro medio que se jactara menos de su seriedad profesional.
En un periódico tan cuidadoso como el buque insignia del más influyente grupo de presión política de España hay que conceder que tituló “exigir” conscientemente y no por descuido.
Y si fue premeditada la selección de ese verbo para el titular, hay que suponer que algo esperaba conseguir porque ni El País, la Cadena Ser o la Cuatro dan puntada sin hilo.
Demasiado saben que nadie, en su sano juicio, puede exigir a un Presidente del Gobierno de España que presente en las Cortes una moción de confianza.
Ya le sobra experiencia a la Oposición para desengañarse de que, cuando ejerce su derecho a pedirle que informe en las Cortes de algún escándalo, lo que consigue del Presidente Rodríguez es que les eche en cara los de ellos cuando mandaban.
El titular de El País que ha dado pié a este comentario me induce a reflejar una discusión frecuente entre periodistas que, como los cómicos, hablamos de cosas de la profesión hasta en nuestros momentos de asueto.
Más sencillo sería poner de acuerdo a Luzbel y a San Miguel que a un periodista con otro, pero hay una discusión tan sin conclusiones que haría falta un concilio: ¿El Grupo Prisa pertenece al Gobierno o es el Grupo Prisa el propietario del Gobierno?
Por el disciplinado ardor con que todos los asalariados del grupo de propaganda política defienden al Gobierno de Rodríguez, sospecho que la respuesta está a la vista: nadie pone tanta pasión en proteger lo que no es suyo.
Con buena voluntad, el equívoco titular de El País en una de las informaciones de su edición digital, podría haber sido un lapsus en otro medio que se jactara menos de su seriedad profesional.
En un periódico tan cuidadoso como el buque insignia del más influyente grupo de presión política de España hay que conceder que tituló “exigir” conscientemente y no por descuido.
Y si fue premeditada la selección de ese verbo para el titular, hay que suponer que algo esperaba conseguir porque ni El País, la Cadena Ser o la Cuatro dan puntada sin hilo.
Demasiado saben que nadie, en su sano juicio, puede exigir a un Presidente del Gobierno de España que presente en las Cortes una moción de confianza.
Ya le sobra experiencia a la Oposición para desengañarse de que, cuando ejerce su derecho a pedirle que informe en las Cortes de algún escándalo, lo que consigue del Presidente Rodríguez es que les eche en cara los de ellos cuando mandaban.
El titular de El País que ha dado pié a este comentario me induce a reflejar una discusión frecuente entre periodistas que, como los cómicos, hablamos de cosas de la profesión hasta en nuestros momentos de asueto.
Más sencillo sería poner de acuerdo a Luzbel y a San Miguel que a un periodista con otro, pero hay una discusión tan sin conclusiones que haría falta un concilio: ¿El Grupo Prisa pertenece al Gobierno o es el Grupo Prisa el propietario del Gobierno?
Por el disciplinado ardor con que todos los asalariados del grupo de propaganda política defienden al Gobierno de Rodríguez, sospecho que la respuesta está a la vista: nadie pone tanta pasión en proteger lo que no es suyo.
domingo, 7 de junio de 2009
EL PSOE PERDIO POR OBAMA
Ardua tarea es justificar lo inconcebible y engorrosa misión la de buscar reo de las culpas propias para que asuma la responsabilidad del tropiezo imprevisto.
Gracias a su experiencia en atribuir a otros sus yerros, los mandamases del PSOE han encontrado la cabeza de turco idónea de su derrota en las elecciones europeas: Barak Husein Obama, descendiente de musulmanes.
Fue la conclusión inevitable tras el apresurado aunque exhaustivo análisis del desesperanzador resultado de la votación en España, que señaló la victoria del Partido Popular, a pesar de que en la campaña había quedado claro que es de derechas.
Los analistas del Partido Socialista comprobaron que los candidatos del PSOE habían sido escrupulosamente fieles a la ortodoxia de los postulados de izquierdas:
Habían asustado a los electores del peligro del triunfo derechista, habían advertido a los obreros de la amenaza del PP, cortejaron a los trabajadores y a los sindicatos que dicen que los representan, y habían vapuleado el confesionalismo retrógrado de sus adversarios.
Buscaban y no encontraban los expertos electorales del PSOE las causas de su derrota, y ya desesperaban de encontrar explicación a la pérdida de 711.000 votos y a la ganancia de 220.000 del Partido Popular, respecto a las elecciones de 2004.
Si creyeran en el Espíritu Santo, habrían dicho que fue su intervención sobrenatural la que alumbró la mente de uno de los descorazonados cavilosos: “Obama”—exclamó—“La culpa ha sido de Obama”.
Cuando su poderosa dialéctica desarrolló su pensamiento, quedaron convencidos:
--“La derrota electoral”—los amonestó—“ha sido lógica y merecida porque hemos traicionado uno de los pilares doctrinales básicos del socialismo español: el antiamericanismo”.
Como en todo cónclave donde se expone una idea original y lúcida, también en el de los que congregaba a las más agudas inteligencias del PSOE protestó un discrepante:
--“Nunca hemos elogiado a los Estados Unidos”,--rechazó—“nos hemos limitado a valorar como se merece a un dirigente providencial y a un progresista de ideas tan avanzadas como las nuestras que, aunque sea presidente de los Estados Unidos, está dedicado a difundir en el mundo la ética y el ideario socialista”.
Fue acalorado el debate, pero de la discusión salió el consenso sobre las causas del la derrota del PSOE: está más arraigado entre los votantes españoles de izquierdas el antiamericanismo que el novedoso mensaje de Obama.
Los elogios a Barak Husein Obama, fue la conclusión a la que llegaron los ideólogos del socialismo español había sido, por lo menos, inoportuna.
Los votantes de la izquierda española todavía no están preparados para conciliar los intereses de los trabajadores con los de los Estados Unidos.
Gracias a su experiencia en atribuir a otros sus yerros, los mandamases del PSOE han encontrado la cabeza de turco idónea de su derrota en las elecciones europeas: Barak Husein Obama, descendiente de musulmanes.
Fue la conclusión inevitable tras el apresurado aunque exhaustivo análisis del desesperanzador resultado de la votación en España, que señaló la victoria del Partido Popular, a pesar de que en la campaña había quedado claro que es de derechas.
Los analistas del Partido Socialista comprobaron que los candidatos del PSOE habían sido escrupulosamente fieles a la ortodoxia de los postulados de izquierdas:
Habían asustado a los electores del peligro del triunfo derechista, habían advertido a los obreros de la amenaza del PP, cortejaron a los trabajadores y a los sindicatos que dicen que los representan, y habían vapuleado el confesionalismo retrógrado de sus adversarios.
Buscaban y no encontraban los expertos electorales del PSOE las causas de su derrota, y ya desesperaban de encontrar explicación a la pérdida de 711.000 votos y a la ganancia de 220.000 del Partido Popular, respecto a las elecciones de 2004.
Si creyeran en el Espíritu Santo, habrían dicho que fue su intervención sobrenatural la que alumbró la mente de uno de los descorazonados cavilosos: “Obama”—exclamó—“La culpa ha sido de Obama”.
Cuando su poderosa dialéctica desarrolló su pensamiento, quedaron convencidos:
--“La derrota electoral”—los amonestó—“ha sido lógica y merecida porque hemos traicionado uno de los pilares doctrinales básicos del socialismo español: el antiamericanismo”.
Como en todo cónclave donde se expone una idea original y lúcida, también en el de los que congregaba a las más agudas inteligencias del PSOE protestó un discrepante:
--“Nunca hemos elogiado a los Estados Unidos”,--rechazó—“nos hemos limitado a valorar como se merece a un dirigente providencial y a un progresista de ideas tan avanzadas como las nuestras que, aunque sea presidente de los Estados Unidos, está dedicado a difundir en el mundo la ética y el ideario socialista”.
Fue acalorado el debate, pero de la discusión salió el consenso sobre las causas del la derrota del PSOE: está más arraigado entre los votantes españoles de izquierdas el antiamericanismo que el novedoso mensaje de Obama.
Los elogios a Barak Husein Obama, fue la conclusión a la que llegaron los ideólogos del socialismo español había sido, por lo menos, inoportuna.
Los votantes de la izquierda española todavía no están preparados para conciliar los intereses de los trabajadores con los de los Estados Unidos.
RUBIALES: EL DEDO EN LA LLAGA
Quien a los 22 años de edad y sin haber rebasado el meridiano de Arganda del Rey se atreve a escribir el libro “China, la nueva cultura” tiene que ser muy audaz.
Francisco Rubiales Moreno (Villamartín, 1948) fue un periodista ejemplar que durante todos los años en los que ejerció la profesión eludió la tentación de sazonar con sus opiniones las informaciones que transmitía la empresa para la que trabajaba.
Libre de las servidumbres del periodismo y con libertad para expresar su pensamiento ha demostrado que, si antes no opinaba en sus textos, era por disciplina profesional y no porque careciera de ideas.
En “Periodistas sometidos. Los perros del poder”, una sólida obra de opinión sobre la influencia de los periodistas que tan bien conoce, Francisco Rubiales pone el dedo en la llaga certera e implacablemente, y denuncia el daño que causan a la sociedad los periodistas venales.
La tesis del libro, tercera parte de la trilogía que inició con “Democracia secuestrada” y continuó con “Políticos, los nuevos amos”, es que “únicamente es periodista quien se mantiene fiel a la verdad y conserva la capacidad de juzgar con independencia”.
Una condición tan excluyente, como imposible es la capacidad humana de sentenciar como verdad inmutable lo que datos, en el momento desconocidos, pueden trocar en falacia.
Si los editores impusieran una separación radical de opinión e información para que el prestigio profesional del informador no diera un plus de autoridad a sus columnas de opinión, muchos de los daños que Francisco Rubiales denuncia se mitigarían.
Pero esa es solamente mi opinión, y Francisco Rubiales expone la suya con claridad envidiable en sus libros, síntesis de sus valientes y originales análisis en su blog digital “Voto en Blanco”.
El Francisco Rubiales de intuiciones audaces de su juventud conserva en sus escritos la prudencia equilibradora en sus razonamientos, que desarrolla con maestría pedagógica y, en “Periodistas sometidos” denuncia la frágil voluntad de demasiados periodistas al caer en las tentaciones de los poderosos, en lugar de conservar su dignidad como servidores de la sociedad.
Dice Francisco Rubiales, y dice bien, que “el poder suele despreciar al periodista libre” y se queda corto porque el poder desprecia al periodista, sobre todo si ha comprado su libertad.
El lúcido autor, cuya capacidad de desarrollar con prudencia la audacia de sus intuiciones admiro, señala que “el verdadero periodismo siempre es incompatible con el poder” y es cierto porque un periodista juicioso jamás debería renunciar a la suspicacia.
El Francisco Rubiales doctor en periodismo, analista sagaz, informador imparcial, empresario de éxito y prestigioso autor, me hace evocar a los “self made men” que, con su honestidad intelectual, su tesón y su insaciable curiosidad alcanzaron en su madurez metas que parecían quiméricas en su juventud.
Los textos de pensamiento de Paco Rubiales son de lectura fácil porque conservan la sobriedad formal del periodismo lineal y directo, de agencia, en el que sobresalió.
Mi amigo Paco Rubiales, aunque destaque como pragmático analista político, sigue siendo un soñador que confía en que los españoles vayan a las urnas electorales conscientes de su responsabilidad en la elección de los candidatos, y no como intuitivos voluntaristas.
Conozco la perseverancia de Paco Rubiales y me temo que los españoles acaben haciéndole caso y se transfiguren en holandeses metódicos, aunque la síntesis de lucidez y bonhomía del carácter de Paco es inusual: lo he visto llorar por la afrenta que había sufrido un amigo.
A ese Paco Rubiales lo quiero. Al que escribe para que seamos mejores ciudadanos, lo admiro.
Francisco Rubiales Moreno (Villamartín, 1948) fue un periodista ejemplar que durante todos los años en los que ejerció la profesión eludió la tentación de sazonar con sus opiniones las informaciones que transmitía la empresa para la que trabajaba.
Libre de las servidumbres del periodismo y con libertad para expresar su pensamiento ha demostrado que, si antes no opinaba en sus textos, era por disciplina profesional y no porque careciera de ideas.
En “Periodistas sometidos. Los perros del poder”, una sólida obra de opinión sobre la influencia de los periodistas que tan bien conoce, Francisco Rubiales pone el dedo en la llaga certera e implacablemente, y denuncia el daño que causan a la sociedad los periodistas venales.
La tesis del libro, tercera parte de la trilogía que inició con “Democracia secuestrada” y continuó con “Políticos, los nuevos amos”, es que “únicamente es periodista quien se mantiene fiel a la verdad y conserva la capacidad de juzgar con independencia”.
Una condición tan excluyente, como imposible es la capacidad humana de sentenciar como verdad inmutable lo que datos, en el momento desconocidos, pueden trocar en falacia.
Si los editores impusieran una separación radical de opinión e información para que el prestigio profesional del informador no diera un plus de autoridad a sus columnas de opinión, muchos de los daños que Francisco Rubiales denuncia se mitigarían.
Pero esa es solamente mi opinión, y Francisco Rubiales expone la suya con claridad envidiable en sus libros, síntesis de sus valientes y originales análisis en su blog digital “Voto en Blanco”.
El Francisco Rubiales de intuiciones audaces de su juventud conserva en sus escritos la prudencia equilibradora en sus razonamientos, que desarrolla con maestría pedagógica y, en “Periodistas sometidos” denuncia la frágil voluntad de demasiados periodistas al caer en las tentaciones de los poderosos, en lugar de conservar su dignidad como servidores de la sociedad.
Dice Francisco Rubiales, y dice bien, que “el poder suele despreciar al periodista libre” y se queda corto porque el poder desprecia al periodista, sobre todo si ha comprado su libertad.
El lúcido autor, cuya capacidad de desarrollar con prudencia la audacia de sus intuiciones admiro, señala que “el verdadero periodismo siempre es incompatible con el poder” y es cierto porque un periodista juicioso jamás debería renunciar a la suspicacia.
El Francisco Rubiales doctor en periodismo, analista sagaz, informador imparcial, empresario de éxito y prestigioso autor, me hace evocar a los “self made men” que, con su honestidad intelectual, su tesón y su insaciable curiosidad alcanzaron en su madurez metas que parecían quiméricas en su juventud.
Los textos de pensamiento de Paco Rubiales son de lectura fácil porque conservan la sobriedad formal del periodismo lineal y directo, de agencia, en el que sobresalió.
Mi amigo Paco Rubiales, aunque destaque como pragmático analista político, sigue siendo un soñador que confía en que los españoles vayan a las urnas electorales conscientes de su responsabilidad en la elección de los candidatos, y no como intuitivos voluntaristas.
Conozco la perseverancia de Paco Rubiales y me temo que los españoles acaben haciéndole caso y se transfiguren en holandeses metódicos, aunque la síntesis de lucidez y bonhomía del carácter de Paco es inusual: lo he visto llorar por la afrenta que había sufrido un amigo.
A ese Paco Rubiales lo quiero. Al que escribe para que seamos mejores ciudadanos, lo admiro.
viernes, 5 de junio de 2009
SUCEDANEOS SACRAMENTALES
Puede que se engañen a sí mismos y que camuflen con sus gestos y sus palabras lo que, posiblemente, ni ellos sospechan: que desean lo que dicen que aborrecen, aman lo que dicen que detestan y necesitan lo que dicen que desprecian.
Porque, si son tan firmes sus convicciones contra lo que llaman hipocresía sacramental, ¿qué necesidad tienen de llamar matrimonio a la unión íntima o bautizo a la inscripción en el registro?
Si tan seguros están de que lo que hacen es realmente lo que están convencidos que desean, ¿por qué lo pregonan, como un desafío, exhibiendo imitaciones ceremoniales de las que la tradición adornó los sacramentos que repudian?
No hay proclamación más explícita de la creencia en que Dios existe que la blasfemia escatológica del que alardea de que es ateo.
Poca imaginación demuestran quienes dan preferencia a lo sucedáneo y lo escenifican como si fuera lo genuino.
Estas uniones monosexuales y estas inscripciones en el registro civil me emocionan porque me confirman que el ser humano necesita una liturgia comunal para marcar acontecimientos extraordinarios de su vida.
¿Qué era el matrimonio sino el compromiso público de una mujer y un hombre de compartir sus vidas y qué significaba el bautizo sino la bienvenida a la comunidad de un recién nacido?
En presencia de una autoridad religiosa o de un funcionario civil, los bautizos que quiere popularizar con el ejemplo de su hijo una cómica conocida no hacen más que iniciar una tradición que reemplace a la que hasta ahora había calado tan profundamente en la sociedad española.
Tiempo al tiempo y que pasen cadenciosamente los siglos. Con o sin cura, los padres seguirán organizando ceremonias para que sus amigos conozcan a su nuevo hijo y los que, en un momento de fugaz euforia, decidan que intentarán pasar juntos lo que les quede de vida, participaran su osadía en un banquete a sus conocidos y amigos.
En esencia, todo sigue igual.¿Merece la pena tanto alboroto para cambiar detalles que hasta ahora han sido eficaces?
Porque, si son tan firmes sus convicciones contra lo que llaman hipocresía sacramental, ¿qué necesidad tienen de llamar matrimonio a la unión íntima o bautizo a la inscripción en el registro?
Si tan seguros están de que lo que hacen es realmente lo que están convencidos que desean, ¿por qué lo pregonan, como un desafío, exhibiendo imitaciones ceremoniales de las que la tradición adornó los sacramentos que repudian?
No hay proclamación más explícita de la creencia en que Dios existe que la blasfemia escatológica del que alardea de que es ateo.
Poca imaginación demuestran quienes dan preferencia a lo sucedáneo y lo escenifican como si fuera lo genuino.
Estas uniones monosexuales y estas inscripciones en el registro civil me emocionan porque me confirman que el ser humano necesita una liturgia comunal para marcar acontecimientos extraordinarios de su vida.
¿Qué era el matrimonio sino el compromiso público de una mujer y un hombre de compartir sus vidas y qué significaba el bautizo sino la bienvenida a la comunidad de un recién nacido?
En presencia de una autoridad religiosa o de un funcionario civil, los bautizos que quiere popularizar con el ejemplo de su hijo una cómica conocida no hacen más que iniciar una tradición que reemplace a la que hasta ahora había calado tan profundamente en la sociedad española.
Tiempo al tiempo y que pasen cadenciosamente los siglos. Con o sin cura, los padres seguirán organizando ceremonias para que sus amigos conozcan a su nuevo hijo y los que, en un momento de fugaz euforia, decidan que intentarán pasar juntos lo que les quede de vida, participaran su osadía en un banquete a sus conocidos y amigos.
En esencia, todo sigue igual.¿Merece la pena tanto alboroto para cambiar detalles que hasta ahora han sido eficaces?
jueves, 4 de junio de 2009
EL SPEECHWRITER ENGAÑO A OBAMA
El que escribió el discurso que pronunció en la Universidad de El Cairo Barak Husein Obama se equivocó en las fechas y, lo que es más grave, en el concepto de tolerancia que predicó el Presidente norteamericano.
Porque el Emirato Independiente de Córdoba se fundó el año 756, evolucionó a Califato en 929 y se fragmentó en Reinos de Taifas en 1031.
Mal podía haber sido contemporáneo a la Inquisición, que la Iglesia estableció para combatir la herejía cátara en 1184 y no llegó a Castilla, a cuyo reino pertenecía Córdoba, hasta 1478.
Pero no fue ese anacronismo el error más grave que su “speechwriter” hizo pronunciar a Obama cuando le escribió el discurso, sino la falacia intelectual, aunque políticamente correcta, de la tolerancia religiosa en la Córdoba musulmana.
Que hubo persecución islámica contra los cristianos del califato y, en menor medida contra los judíos, ningún historiador solvente lo discute. Discrepan, eso sí, en el pretexto que ensangrentó la intolerancia.
Ya por el año 825 se detectaron los primeros síntomas de malestar entre los mozárabes, que eran los cristianos arabizados, por las trabas de los musulmanes para que conservaran su cultura y practicaran su religión: tenían que pagar un impuesto cada vez que asistían a misa en sus iglesias y, fuera del recinto religioso, se les impedía hablar de religión. El proselitismo se castigaba con pena de muerte.
Se gestó un movimiento de rebeldía contra el poder, que se tradujo en lo que algunos llaman brote de integrismo y que se manifestó en que numerosos cristianos desafiaran abiertamente la ley, a sabiendas de que lo pagarían con el martirio.
Fueron los conocidos en Córdoba como los “Santos Mártires” Rodrigo, Salomón, Pedro, Walabonso, Sabiniano, Wistremundo, Abencio, Sisenando y otros, cuyos restos fueron descubiertos siglos más tarde en la Iglesia de San Pedro.
El movimiento integrista cristiano, que se prolongó desde el año 850 al 859, se extinguió con el martirio ejemplarizador de San Eulogio, cuya sabiduría era legendaria en todo el mundo cristiano, y que fue propuesto para ocupar la archidiócesis de Toledo.
La muerte de San Eulogio ahogó en sangre la protesta de los cristianos, que dejaron de manifestar en público sus creencias.
Más o menos, lo que ocurre en los países sometidos ahora al Islam, a los que Obama tiende la mano, y a los que exhortó en El Cairo a imitar la tolerancia religiosa del Califato de Córdoba..
Porque el Emirato Independiente de Córdoba se fundó el año 756, evolucionó a Califato en 929 y se fragmentó en Reinos de Taifas en 1031.
Mal podía haber sido contemporáneo a la Inquisición, que la Iglesia estableció para combatir la herejía cátara en 1184 y no llegó a Castilla, a cuyo reino pertenecía Córdoba, hasta 1478.
Pero no fue ese anacronismo el error más grave que su “speechwriter” hizo pronunciar a Obama cuando le escribió el discurso, sino la falacia intelectual, aunque políticamente correcta, de la tolerancia religiosa en la Córdoba musulmana.
Que hubo persecución islámica contra los cristianos del califato y, en menor medida contra los judíos, ningún historiador solvente lo discute. Discrepan, eso sí, en el pretexto que ensangrentó la intolerancia.
Ya por el año 825 se detectaron los primeros síntomas de malestar entre los mozárabes, que eran los cristianos arabizados, por las trabas de los musulmanes para que conservaran su cultura y practicaran su religión: tenían que pagar un impuesto cada vez que asistían a misa en sus iglesias y, fuera del recinto religioso, se les impedía hablar de religión. El proselitismo se castigaba con pena de muerte.
Se gestó un movimiento de rebeldía contra el poder, que se tradujo en lo que algunos llaman brote de integrismo y que se manifestó en que numerosos cristianos desafiaran abiertamente la ley, a sabiendas de que lo pagarían con el martirio.
Fueron los conocidos en Córdoba como los “Santos Mártires” Rodrigo, Salomón, Pedro, Walabonso, Sabiniano, Wistremundo, Abencio, Sisenando y otros, cuyos restos fueron descubiertos siglos más tarde en la Iglesia de San Pedro.
El movimiento integrista cristiano, que se prolongó desde el año 850 al 859, se extinguió con el martirio ejemplarizador de San Eulogio, cuya sabiduría era legendaria en todo el mundo cristiano, y que fue propuesto para ocupar la archidiócesis de Toledo.
La muerte de San Eulogio ahogó en sangre la protesta de los cristianos, que dejaron de manifestar en público sus creencias.
Más o menos, lo que ocurre en los países sometidos ahora al Islam, a los que Obama tiende la mano, y a los que exhortó en El Cairo a imitar la tolerancia religiosa del Califato de Córdoba..
miércoles, 3 de junio de 2009
LEIRE PAJIN, LA CATETA AGRADADORA
Es Leire, como persona,
Una señora discreta.
Mas la Pajin adulona,
De su amo apologeta,
Es una pobre cateta.
He reivindicado y reivindico el derecho a ser envidioso del que, sin culpa, carece de lo que otro tiene sin merecerlo.
Hasta ahora eran los pastores, a los que en aquella desapacible noche belenita se les apareció el Angel para anunciarles la buena nueva que trasformaría el mundo, a los que más envidiaba.
A aquellos pastores envidiados por mí casi los compadezco ahora porque nadie los invitó al desayuno de Europa Press, en el que Leire Pajín hizo un anuncio todavía más trascendental: la providencial conjunción de dos astros que, con un fugaz apretón de manos, trazarán la nueva órbita del Planeta.
Como el “nuncio vobis gaudium magnum” del Angel, Leire Pajín puso sobreaviso a los afortunados desayunantes: “Les sugiero que estén atentos”—los conminó—“al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta”.
Un escalofrío de aprensión estremeció a los periodistas de la Agencia quienes, todavía marcados por el origen confesional de Europa Press, temieron la inminencia apocalíptica de la venida del Anticristo.
Pero la explicable unción con que Leire Pajín continuó los tranquilizó y despertó en ellos esperanzas alborozadas por el augurio de una era de prosperidad inminente, la que comenzará con “la coincidencia de dos liderazgos progresistas a ambos lados del Atlántico”.
No era para menos la solemnidad del anuncio porque Leire Pajín proclamó “una esperanza para muchos seres humanos”.
Redoble de tambor, encendido de cohetes, aleluyas exultantes: José Luis Rodriguez Zapatero y Barak Husein Obama van a coincidir pronto en el mismo edificio, en un mismo salón y, seguramente, hasta se estrecharán las manos.
En comparación con el saludo de Obama a Zapatero, una conversación entre Newton y Einstein sería una nadería, una insignificancia que Alejandro Magno y Hernán Cortés tomaran juntos una copa y un abrazo de San Francisco de Asís y Hitler una pamplina.
Se acabaron las tribulaciones. El Hombre será por fin un ser desinteresado, noble y generoso. Obama y Zapatero, Dios los bendiga, nos darán la paz, el progreso, la amistad ¿y el pleno empleo?
No hay que pedir peras al olmo.
El aguafiestas de siempre:
--Oiga, ¿usted no se toma nada en serio?
A Leire Pajín, como miembra de la raza humana, desde luego que sí. Como profeta política, NO.
Una señora discreta.
Mas la Pajin adulona,
De su amo apologeta,
Es una pobre cateta.
He reivindicado y reivindico el derecho a ser envidioso del que, sin culpa, carece de lo que otro tiene sin merecerlo.
Hasta ahora eran los pastores, a los que en aquella desapacible noche belenita se les apareció el Angel para anunciarles la buena nueva que trasformaría el mundo, a los que más envidiaba.
A aquellos pastores envidiados por mí casi los compadezco ahora porque nadie los invitó al desayuno de Europa Press, en el que Leire Pajín hizo un anuncio todavía más trascendental: la providencial conjunción de dos astros que, con un fugaz apretón de manos, trazarán la nueva órbita del Planeta.
Como el “nuncio vobis gaudium magnum” del Angel, Leire Pajín puso sobreaviso a los afortunados desayunantes: “Les sugiero que estén atentos”—los conminó—“al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta”.
Un escalofrío de aprensión estremeció a los periodistas de la Agencia quienes, todavía marcados por el origen confesional de Europa Press, temieron la inminencia apocalíptica de la venida del Anticristo.
Pero la explicable unción con que Leire Pajín continuó los tranquilizó y despertó en ellos esperanzas alborozadas por el augurio de una era de prosperidad inminente, la que comenzará con “la coincidencia de dos liderazgos progresistas a ambos lados del Atlántico”.
No era para menos la solemnidad del anuncio porque Leire Pajín proclamó “una esperanza para muchos seres humanos”.
Redoble de tambor, encendido de cohetes, aleluyas exultantes: José Luis Rodriguez Zapatero y Barak Husein Obama van a coincidir pronto en el mismo edificio, en un mismo salón y, seguramente, hasta se estrecharán las manos.
En comparación con el saludo de Obama a Zapatero, una conversación entre Newton y Einstein sería una nadería, una insignificancia que Alejandro Magno y Hernán Cortés tomaran juntos una copa y un abrazo de San Francisco de Asís y Hitler una pamplina.
Se acabaron las tribulaciones. El Hombre será por fin un ser desinteresado, noble y generoso. Obama y Zapatero, Dios los bendiga, nos darán la paz, el progreso, la amistad ¿y el pleno empleo?
No hay que pedir peras al olmo.
El aguafiestas de siempre:
--Oiga, ¿usted no se toma nada en serio?
A Leire Pajín, como miembra de la raza humana, desde luego que sí. Como profeta política, NO.
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