miércoles, 3 de junio de 2009

LEIRE PAJIN, LA CATETA AGRADADORA

Es Leire, como persona,
Una señora discreta.
Mas la Pajin adulona,
De su amo apologeta,
Es una pobre cateta.


He reivindicado y reivindico el derecho a ser envidioso del que, sin culpa, carece de lo que otro tiene sin merecerlo.
Hasta ahora eran los pastores, a los que en aquella desapacible noche belenita se les apareció el Angel para anunciarles la buena nueva que trasformaría el mundo, a los que más envidiaba.
A aquellos pastores envidiados por mí casi los compadezco ahora porque nadie los invitó al desayuno de Europa Press, en el que Leire Pajín hizo un anuncio todavía más trascendental: la providencial conjunción de dos astros que, con un fugaz apretón de manos, trazarán la nueva órbita del Planeta.
Como el “nuncio vobis gaudium magnum” del Angel, Leire Pajín puso sobreaviso a los afortunados desayunantes: “Les sugiero que estén atentos”—los conminó—“al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta”.
Un escalofrío de aprensión estremeció a los periodistas de la Agencia quienes, todavía marcados por el origen confesional de Europa Press, temieron la inminencia apocalíptica de la venida del Anticristo.
Pero la explicable unción con que Leire Pajín continuó los tranquilizó y despertó en ellos esperanzas alborozadas por el augurio de una era de prosperidad inminente, la que comenzará con “la coincidencia de dos liderazgos progresistas a ambos lados del Atlántico”.
No era para menos la solemnidad del anuncio porque Leire Pajín proclamó “una esperanza para muchos seres humanos”.
Redoble de tambor, encendido de cohetes, aleluyas exultantes: José Luis Rodriguez Zapatero y Barak Husein Obama van a coincidir pronto en el mismo edificio, en un mismo salón y, seguramente, hasta se estrecharán las manos.
En comparación con el saludo de Obama a Zapatero, una conversación entre Newton y Einstein sería una nadería, una insignificancia que Alejandro Magno y Hernán Cortés tomaran juntos una copa y un abrazo de San Francisco de Asís y Hitler una pamplina.
Se acabaron las tribulaciones. El Hombre será por fin un ser desinteresado, noble y generoso. Obama y Zapatero, Dios los bendiga, nos darán la paz, el progreso, la amistad ¿y el pleno empleo?
No hay que pedir peras al olmo.
El aguafiestas de siempre:
--Oiga, ¿usted no se toma nada en serio?
A Leire Pajín, como miembra de la raza humana, desde luego que sí. Como profeta política, NO.

martes, 2 de junio de 2009

LA UTOPIA DE EUROPA

Los europeos, que en su conjunto son unos señores laboriosos, circunspectos y concienzudos, van a ejecutar el triple salto mortal de elegir a sus 732 representantes en el Parlamento Europeo, sin saber para qué los mandan allí.
Si no es toda la verdad, lo es en parte porque mandan a Estrasburgo a los futuros parlamentarios para que no incordien en sus países y, de paso, se ganen un millón de pesetas al mes libres de impuestos, y otras gabelas y prebendas.
Si los que los eligen no saben para qué, los que aspiran al cargo tendrán alguna idea de lo que es la Unión Europea y su Parlamento.
La Unión Europea es una entelequia filosófica y romántica de 27 miembros, evolucionada de la exitosa realidad pragmática que fue el Mercado Común.
Cuando, por haber menos bultos había más claridad, los socios fundadores del Mercado Común acumularon tanta riqueza que siguieron siendo ricos hasta después de compartir sus sobras con Grecia, Portugal y España.
Pero mientras más países de la vieja Europa se suman al núcleo original, más se parece la moderna Unión Europea a la Europa tradicional de disputas y conflictos hegemónicos.
Y, para España, ¿qué es Europa? El nunca bien ponderado Caudillo, el que quiso forjar un Imperio con cartillas de racionamiento, pronunció la feliz frase que algún apologeta debió inspirarle: “España”—dijo—“que tiene sus pies en Europa, tiene su corazón en América”.
Ahí está el problema porque, desde que el indiscreto Colón pregonó que había encontrado nuevas tierras por donde se ponía el sol, el mundo se le hizo demasiado grande a una España de seis millones de habitantes, incapaz de abarcar mucho apretando poco.
Los compromisos austríacos de España en Europa se llevaron la plata que venía de América y el proteccionismo en la metrópolis impidió el desarrollo de las colonias.
Ni cenábamos ni se moría la abuela.
Menos mal que en 1711 los franceses “persuadieron” el rey Felipe V,nieto del de Francia, de que cediera los derechos por los que España se había desangrado en los Paises Bajos. Gracias a Francia, España se libró de la pesadilla de Europa.
Cornudos y apaleados, los españoles no quisieron saber nada de Europa, ni los europeos de España, y solo se entrometieron tangencialmente de la mano desinteresada de Francia. La neutralidad les permitió aprovecharse de la primera guerra y Hitler los dejó fuera de la segunda.
El Mercado Común cerró sus puertas a España porque su régimen les olía a chamusquina, aunque el acuerdo preferencial de 1970 tenía casi todas las ventajas y casi ninguno de los inconvenientes de la adhesión.
Ya como miembros de pleno derecho, los españoles elegirán el domingo 7 de junio a los 50 diputados que le corresponden de los 732 del parlamento. Deberían dedicarse allí a arrancar para su país mejores condiciones económicas, políticas y comerciales.
Pero todos los partidos dicen que los envían para que se esfuercen por la cohesión europea, la paz universal y la solidaridad internacional.
Mandan a los diputados españoles a Estrasburgo a una bella utopía tan descabellada como la de ahogar la herejía luterana, que aniquilo a los tercios en Flandes.

lunes, 1 de junio de 2009

AGRADADORES DIGITALES

Un señorito sin agradador es tan inconcebible como un tiburón sin rémora: ambas especies parasitarias viven de los desperdicios de su huésped a cambio de sus servicios.
El agradador habita en todo el mundo y se adapta a todos los climas, aunque se creía endémico de Andalucía porque es donde mejor se ha estudiado su comportamiento y donde más se valora su utilidad.
Solamente la sutiliza de los andaluces sabe apreciar la necesidad de lo superfluo y el agradador, más que necesario, es imprescindible.
A la variedad extraandaluza del agradador se la conoce por “adulador”, que es un agradador instintivo. El agradador, y en eso consiste su singularidad, es un adulador profesional.
En Andalucía, que conserva la virtud de su esencia porque no ha dejado de transformarla desde hace cinco mil años, ningún señorito prudente acometería un negocio, mercantil o sentimental, sin apoyarse en un agradador eficaz.
¿Para qué sirve el agradador?
Supongamos que el señorito se encapricha de una finca y se mete en tratos con el propietario. Para desembolsar lo menos posible en la compra, le hace notar que la tierra es mala.
“¿Mala?”—lo secunda su agradador—“Ese baldío no cría ni jaramagos”.
¿Y si es una mocita la que despierta su capricho? El agradador, imprescindible en el galanteo, jurará a la pretendida que el galán bordea la locura de tanto pensar en ella.
Para ser tiburón o señorito solo se requiere fuerza o dinero. Ser agradador es más complicado porque hacen falta astucia, disposición al servilismo y administrar prudentemente los ditirambos.
Sería imperdonable que cuando el señorito dijera que no tiene lo que el comprador le pide por lo que pretende comprar, el agradador ratificara que solo tiene deudas.
La de agradador sigue siendo una profesión rentable aunque, acorde a la capacidad de la raza andaluza para sobrevivir adaptándose a la evolución, se ha acomodado al medio y hasta se sirve de Internet para ejercer sus habilidades.
Vean, si lo ponen en duda, la cantidad de asentimientos que genera la columna digital de un señorito humanista, navegante, financiero y apóstol de una religión esotérica con supersticiones cristianas, en la que habla de sí mismo y de los elogios que otros le hacen.
El señorito, que sirvió tanto antaño para un roto como pretende servir hogaño para un descosido, no se privó de agradadores ni en la cárcel.

viernes, 29 de mayo de 2009

AGUIRRE, OBSTACULO PARA LA IGUALDAD

Esta derecha mesetaria adusta y funcional es incapaz de captar la noble intención del movimiento sindical cuando centra sus desvelos en librar a Madrid de la “madre abadesa de un convento ultraliberal”, llamada Esperanza Aguirre.
Ha sido el dirigente del sindicato socialista UGT José Ricardo Martínez el que concedió la dignidad abacial a la Presidenta de la Comunidad de Madrid cuando proclamó la intención de montarle una huelga general si no acata lo que los sindicatos le exigen que haga.
El florido progresista Juan Fernando López Aguilar, con la facundia caribeña de su oratoria, habría aplaudido la cruzada de los sindicalistas contra “la derecha energuménica”.
Pero la candorosa Aguirre, que acepta el valor de las palabras por lo que los sagaces ugetistas y los comunistas de comisiones obreras dicen, y no por lo que esconden, se extraña de que la huelga general con que la amenazan no se la monten al Presidente socialista del Gobierno de España, donde el paro es cuatro puntos más elevado que en Madrid.
Esa interpretación de las intenciones de Martínez y de sus compinches sindicales evidencia la incapacidad de la sobriedad castellana para captar la sinuosa ductilidad del lenguaje de la izquierda.
Está Esperanza Aguirre en la fase inicial de la especie humana de usar la palabra para definir lo que se piensa, mientras que sus adversarios izquierdistas ya han evolucionado hasta manejar el lenguaje para ocultar el pensamiento.
Por mi origen social debería ser izquierdista, aunque mi debilidad por la libertad me encasille en la derecha. Me considero, pues, intermediario eficaz entre una mente aristocráticamente cartesiana y las sutilezas del amagar y no dar dialéctico de la izquierda popular:
Sustituir a la ultraliberal Aguirre por un correligionario progresista no es el objetivo político de Martínez, sino un medio para alcanzar la meta ideológica de la Igualdad.
Porque si la igualdad es en teoría el derecho a un trato idéntico entre todas las personas, la desigualdad, que es su antónimo, es el urticante que irrita la mansedumbre política del desfavorecido.
Que Esperanza Aguirre eche una ojeada a los datos de la última encuesta de población activa y comprenderá por qué los sindicatos quieren quitarla de en medio: el paro en Madrid es cuatro puntos menor que la media de España, 10,5 puntos inferior al de Andalucía y ocho puntos menos que en Extremadura.
Está visto que el gobierno de Rodríguez, correligionario ideológico de los dirigentes sindicales, es incapaz de gestionar una política que aumente el empleo en el resto de España.
A Esperanza Aguirre le toca, pues, hacer algo para que los españoles de todas las regiones sean iguales: o sigue al pié de la letra y sin rechistar las directrices del gobierno de Rodríguez, o se resigna a perder la Presidencia de Madrid para que un socialista aumente el desempleo y lo homologue al del resto de España.

jueves, 28 de mayo de 2009

ANDALUCIA SALVA A ESPAÑA

Depende de los andaluces que España genere anticuerpos que la libren durante muchos años de dolencias izquierdistas.
Si están dispuestos a sacrificarse por el bien de la nacion, lo mejor que pueden hacer es votar al Partido Socialista para que el PSOE siga gobernando en Andalucía.
El Presidente Rodríguez no se ha percatado todavía porque es inocente, pero de Andalucía le han llegado andanadas víricas cada vez más dañinas que podrían ser letales para el zapaterato.
Magdalena Alvarez es el nombre que los científicos dieron a la variedad vírica que provocó los primeros espasmos febriles al sólido organismo electoral de Rodríguez.
Aunque una oportuna remodelación ministerial mitigó la malevolencia del virus, otro que había permanecido inerte se reactivó y sus síntomas amenazan con obligar al zapaterato a guardar cama.
El nombre de ese virus, cuya característica diferencial es la incontinencia verbal aparentemente insustancial, lo identificó el “Research Medical Center” de Duluth (Minnesota) como Bibiana Aido.
Los investigadores han señalado que el vigor de su inmadurez vital convierte al virus Bibiana en particularmente impredecible y perjudicial.
El virus identificado como Manuel Chaves, que ya se manifestó durante el Felipato, afectó durante los últimos años a Andalucía, donde su acción quedó contenida por los límites fronterizos de esa Comunidad.
Los que trataron sus efectos dicen que se manifestaron en un incremento del nepotismo, el caciquismo y la contaminación social a través del subsidio universal.
En Semana Santa saltó a toda España desde el ámbito andaluz en el que estaba enquistado, y ya suenan ensordecedoras alarmas por miedo a que las dolencias que provocó en Andalucía se extiendan por todo el territorio nacional.
Gran servicio el que Andalucía le está prestando a España porque los agentes patógenos que de allí llegan cubren una gama tan amplia que los españoles desarrollarán una autodefensa que los hará inmunes a todo contagio izquierdista.
Al cándido Presidente Rodríguez, que importa de Andalucía especímenes que cree fecundos para perpetuar su zapaterato, tendrían que erigirle los españoles del futuro una estatua, por hacerlos invulnerables a la plaga del izquierdismo.

martes, 26 de mayo de 2009

NOSTALGIA DE FRANCO Y DE SU UTIL FRANQUISMO

Una de las peculiaridades de esa equilibrada suma de imperfecciones que es el ser humano es su incapacidad de apreciar lo que ha perdido hasta que ya no puede recuperarlo.
El menosprecio de lo que tiene y la ambición de lo que carece hacen del hombre un insatisfecho crónico.
Cuando logra finalmente lo que tanto anhelaba y lo compara con lo que renunció al conseguirlo, sospecha que no valió la pena el trueque.
El implacable paso del tiempo no mitiga la añoranza, sino que la exacerba. Lo que parecía intolerable, el tiempo lo reduce a desagradable y, lo que la inmediatez le impedía valorar, la lejanía lo mitifica como insustituible.
Treinta y cuatro largos años han pasado ya desde que España se quedó sin Franco y los españoles sin la coartada del franquismo, por lo que es inevitable la nostalgia del cobijo que perdieron y el desasosiego por el amparo que les falta.
Que no se alborocen los que crean que abogo por la dictadura ni se alboroten los que sospechen que quiero denigrar la democracia.
Solo pretendo analizar por qué roe el gusano del desánimo a los que deberían suspirar de alivio por la liquidación de la dictadura.
Dichosa edad la de Franco y el franquismo, en la que los españoles, privados de su derecho a decidir quién los gobernara, descargaban sus tribulaciones en la oportuna culpabilidad del dictador y de su régimen.
Habían inventado el detergente para sus conciencias que los judíos ya usaban miles de años antes: el cabrito que el rabino, tras la ceremonia en la que lo declaraba culpable de todos los pecados del pueblo de Israel, lo abandonaba en el desierto como sacrificio a Azazel, el demonio.
Como todas, la sociedad democrática española actual necesita también un chivo expiatorio, testaferro de sus propias culpas, y ha encontrado un sucedáneo de Franco y del franquismo: el gobierno.
Pero su eficacia redentora es limitada porque requiere un esfuerzo de amnesia colectiva permanente para ignorar que, a quienes los gobiernan, los han elegido quienes se quejan de sus desaguisados.
Era mejor Franco, porque gobernaba contra los españoles y no gracias a los españoles que no lo habían encumbrado,y a los que ni siquiera les pedía su aquiescencia.
De los gobernantes por elección democrática, además, solo cabe esperar que, cuando cambien, su sucesor sea algo menos malo.
En la Dictadura, la esperanza imprimía ritmo de vals a todos los corazones porque ¿quién no presentia la dicha insoportable que traería la democracia?
Una parte de los españoles buscan en José María Aznar un suplente de Franco, pero no da la talla. Perejil y el barco hospital enviado a Irak son ridiculeces comparadas con el gusto por el aroma de la pólvora que enardecía al Caudillo.
Descartada la idoneidad de Aznar como chivo expiatorio, justificada queda la nostalgia de Franco, la utilidad del franquismo y la acuciante necesidad de encontrar un culpable de todas las ineptitudes de los españoles.

domingo, 24 de mayo de 2009

CONFRONTACION POLITICA DE MENTIRIJILLAS

Es irritante la tozuda negativa de la oposición a acceder a lo que no se cansa de pedirle el gobierno, y enfermiza su manía de criticar todo lo que el gobierno hace o dice que va a hacer.
Y no es que se les pida nada descabellado porque lo único que los del PSOE solicitan es que, si sus contrincantes no los apoyan expresamente, dejen “fuera de la confrontación política” los asuntos en los que discrepen.
Dicen los que conocen los entresijos de la política española que el gobierno y su partido andan desconcertados porque sus adversarios se empeñan en llevarles la contraria.
Bien justificada tienen, sobre todo los del Partido Popular, la deslealtad de que, con razón, los acusa el Partido Socialista Obrero Español.
Se duelen porque, con una oposición tan poco sumisa, no hay quien gobierne con eficacia ni quien resuelva los problemas que, por acción u omisión, origina el gobierno.
Lo peor es que nada consigue una oposición tan poco complaciente porque, por mucho que insistan los discrepantes, el gobierno acabará haciendo siempre lo que desde el primer momento dijo que haría.
¿De qué le ha servido al Partido Popular oponerse a la negociación con ETA, avisar del chaparrón que amenazaba a la economía, advertir de la imparable subida del paro o denunciar la incongruencia de que una niña dependa de sus padres para todo menos para abortar?
A la interminable lista de deslealtades se suma ahora la crítica de la oposición al prudente silencio que, para no sembrar el pánico, se impuso al brote de gripe en un cuartel.
Esa oposición díscola parece que ahora quiere sacar los colores al gobierno en el caso de Marta del Castillo, la niña sevillana supuestamente asesinada y cuyo cadáver, después de la afanosa búsqueda en el río y en el vertedero donde su asesino confeso dijo que lo habían arrojado, sigue sin aparecer.
Mar Moreno, consejera de educación y tapada del presidente Rodríguez para presidir la Junta de Andalucía, quiere que casos como el de Marta “queden fuera de la confrontación política”.
Ese eufemismo, traducido al lenguaje de Pero Grullo, quiere decir que no se mencionen en campañas electorales los asuntos que puedan quitar votos al Partido Socialista.
Los de la oposición siguen en sus trece, nada más que por molestar, porque una campaña electoral de guante blanco es imposible que sea menos eficaz que las que consisten en criticar al gobierno.
Las campañas electorales libres de asuntos desagradables en la confrontación política serían tan estériles como las actuales, pero mucho más placenteras.
Se hablaría del estremecimiento que la brisa provoca en la imagen de la luna reflejada en la quietud de los lagos, del trino melodioso de los jilgueros, de la hermandad de los pueblos gracias a la alianza de chiitas y sunnitas y de la caricia tibia del sol primaveral como preludio del grano en sazón.
Pero los que no se dan cuenta de que España sería la perjudicada, si el PSOE dejara de gobernar, se empecinan en hablar de asuntos soeces, groseros y ordinarios en su campaña electoral, en vez de hacer una oposición de mentirijillas.
Les tiene sin cuidado incomodar a los electores con problemas desagradables.