domingo, 14 de agosto de 2016

EL RUBICON

El inexorable latido del minutero se acerca a Diciembre y Pedro Sánchez, como Antonio Aguilar, podrá lamentarse de que hace un año tuvo una ilusión.
La gente, cuando se ilusiona con algo que no consigue, hace de tripas corazón, se lía a puñaladas con el primer prójimo que se tope o se sube a una columna solitaria en medio del desierto, como Simón el Estilita.
Pedro Sánchez no. Después de que en diciembre del año pasado fracasara al intentar ser presidente del gobierno de España, volvió a fracasar en Junio y está empecinado en volver a dar la tabarra a los españoles para que lo vuelvan a rechazar allá por diciembre.
Los legionarios de Julio César, cuando sopesaban la conveniencia de cruzar el Rubicón,  que les daría el imperio romano  o la muerte, lo animaron al grito de “Cesar o nada”.  
Pedro Sánchez ya ha intentado atravesar dos veces el Rubicón electoral y sigue decidido a que si no lo logra a la tercera o vigesimotercera, antes de que pasen mil años lo conseguirá.
Pero, ¿y los españoles?
Los españoles, según Sanchez, son como el Rubicón, un río paciente y sufrido que, impasible en la eternidad del tiempo, le da igual que lo atraviesen hoy o dentro de diez siglos.
En conclusion y cuentos o metáforas fluviales aparte: que si los españoles quieren que alguien los gobierne tendrá que ser Padro Sanchez porque a cualquiera que no lo sea, Pedro Sánchez se lo impedirá.

Dejará de respirar antes de permitir que gobierne otro. 

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