Lo cuento como me
lo contó mi amigo y colega de France Presse Ramón Lamoneda, al que se lo había
contado su padre Ramón Lamoneda, alto dirigenye de UGT:
En los dias
previos al inicio de la guerra del 36, había un bulín, lupanar o casa de putas
en Ciudad Lineal, en el que a veces concidían cabritos falangistas y
sociocomunistas.
Le reprochaban
a la madama que admitiera a falangistas y ella, según el padre de Ramón, les replicaba:
“La coño es internacional”!
Y es verdad. El
pecado a todos nos iguala y no solo el de la lujuria porque, como la historia
revelada hoy se encarga de ratificar, dos adversarios políticos como Ramón Rato
y Jordi Pujol utilizaron al mismo intermediario para quedarse con la pasta que
no era de ellos.
De mi memoria
no se borra un incidente del que en mis horas lúcidas me arrepiento y en las
oscuras me enorgullezco:
Acababa de ser
nombrado secretario (ministro) de comercio
un ciudadano mexicano con el que compartí mesa ese mismo mediodía.
De entre sus
cuitas por las responsabilidades que lo esperaban enumeró la de ganarse la
confianza de los sectores sociales con los que tendría que negociar y entre ellos
mencionó a los empresarios españoles que, confesó, desconocía y me pedía que yo
lo pusiera en contacto con ellos.
Fue aquel
momento cumbre de mi vida una época en la que había imperiosa demanda de
atuneros españoles para faenar en aguas del Pacífico mexicano.
Una llamada
telefónica de una persona sensata hubiera sacado de apuros hasta a sus nietos
pero a un insensato como yo no se le ocurrió más que decir que no mantenía
contacto especial con mis compatriotas residentes
en Mexico.
Si, como ahora
sé, hubiera sabido entonces que la honradez es la excepción y no la norma, ahora
sería un sinvergüenza rico y no un honrado pobre, o tonto que es sinónimo de pobre.
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