Uno de los misterios más indescifrables, de los muchos que todavía no ha sido capaz de desentrañar la mente humana, es por qué se quejan los pobres de serlo, si tan fácil parece hacerse rico.
Solo se necesita tener algo de lo que otro carezca y por lo que esté dispuesto a pagar lo que le pidan.
Como no me preocupa enriquecerme porque con lo que tengo me sobra para mis necesidades, que son prácticamente nulas, voy a darle una idea a quien suspire por tener mucho dinero y no se atreva a robar para conseguirlo:
No es, lo confieso, una idea original porque de ideas originales ando más escaso todavía que de dinero pero, como robar ideas no es todavía delito, confieso que la que voy a sugerir es robada aunque, como se la he quitado a un inglés, tendría cien años de perdón.
El inglés no es un hijo de la Gran Bretaña, sino uno de sus clubes de fútbol, el Portsmouh, que frotando con su piedra filosofal un producto por el que en Enero pagó cinco millones y medio de euros, se lo ha vendido al Real Madrid por 26.400.000.
El objeto de trueque, el mediocampista Lassane Diarra, tiene además un tobillo averiado pero ni el inglés ha ocultado su deterioro al venderlo, ni el español lo ignoraba al comprarlo. No ha habido engaño.
El Real Madrid, además, suele comprar futbolistas ya lesionados, posiblemente para que no desentonen con los que tienen en plantilla. No hay problema con la aptitud de lo que se les ofrezca.
Tampoco con la demanda, porque el Real Madrid lo compra todo, y más si se le sugiere que el Barcelona se ha interesado por la mercancía.
Es, pues, un negocio infalible y sin que suscite escrúpulos éticos. No se trata, como en los nefastos tiempos pasados del tráfico de seres humanos, en los que se vendían y compraban esclavos por menos de mil dólares.
Cantidades como las que hoy se manejan, aunque sea en transacciones que recuerden las de hace doscientos años, absuelven al que las gestione.
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