Si no fuera más listo que Lepe, a Mariano Fernández Bermejo no lo habrían hecho ministro, ni sería fiscal si careciera de rigor intelectual y moral.
Dar por sentado que lo adornan esas virtudes no implica, necesariamente, una garantía de que lo sepa todo, ni excluye que alguien de menor talla intelectual y más condescendiente con las flaquezas humanas pueda ayudarle a comprender lo que no entiende.
Me conmovió el desconcierto de Bermejo cuando, desde su altiva sabiduría de ministro de Justicia, confesó en televisión su incomprensión de las razones por las que se declararan en huelga magistrados y pilotos de líneas aéreas, y no lo hicieran obreros y trabajadores.
Intentaré explicárselo, con el único ánimo de ayudarlo:
La huelga es el recurso extremo al que recurre quien, después de reclamar reiteradamente un derecho, se niega a seguir trabajando para el que le niega lo que pide, como medida de presión para que acceda a su petición.
Para que la huelga sea eficaz debe secundarla el mayor número posible de afectados porque, si se limita a paros individuales y descoordinados, no afecta a la producción de bienes o servicios con cuya comercialización se enriquece el empresario reacio.
La organización de una huelga requiere esfuerzos de difusión, concienciación, coordinación y apoyo de los posibles huelguistas, por lo que son los sindicatos las únicas organizaciones que, de hecho, pueden organizar una huelga eficaz.
Para ello, la burocracia que maneja el sindicato no debe tener otros intereses que defender que los de sus afiliados, ni otra lealtad que la que, con el pago de sus cuotas, tienen derecho a exigirle los cotizantes sindicales.
Pero, si los sindicatos recibieran subvenciones adicionales a las de las cuotas de sus afiliados, se expondrían a un conflicto de intereses que los paralizaría en el mejor de los casos y, en el peor, los haría inclinarse en contra de los intereses de sus afiliados.
Que el desconcertado ministro Bermejo averigüe qué subvenciones estatales reciben a través del gobierno las asociaciones profesionales de los magistrados y las de los pilotos.
Una vez conozca ese dato, que recabe el de lo que reciben del gobierno Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores.
Estoy convencido de que el Ministro Bermejo hallará así respuesta a la extrañeza en que lo sumía que pilotos y magistrados vayan a la huelga y no las hagan obreros, campesinos, menestrales ni albañiles.
Si quiere, se la adelanto: Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores cobran más del gobierno que de sus afiliados y, lógicamente, están obligados a defender con más ahinco los intereses de quien le paga más que los de los que le pagan menos.
Y que los afiliados a los sindicatos, aunque seguramente no hará falta que nadie se lo diga, tomen nota de que sus representantes sindicales solamente defenderán sus intereses cuando coincidan con los del gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario