Que José Luis Rodríguez Zapatero, Pepiño Blanco o el estratega que haya diseñado el método de neutralizar a la oposición para conservar el poder me perdonen, pero dudo que sean tan ilustrados como para haberlo calcado del de los sultanes otomanos.
Más mérito tienen por supuesto si, como creo, ha sido fruto de una intuición genial que, por caprichosa coincidencia, es similar al que en tiempos lejanos y felices aplicaban los mandamases de la Sublime Puerta.
Tomemos un botón como muestra:
El Sultán Murad III, que reinó de 1574 a 1595, engendró más de cien hijos varones, de los que lo sobrevivieron 20. El mayor, que lo sucedió con el nombre de Mehmet III, mandó estrangular a sus otros 19 hermanos y a siete de las concubinas de su padre que, al morir, esperaban descendencia de Murad.
Afortunadamente, prácticas tan sanguinarias evolucionaron a métodos menos crueles, aunque igual de eficaces, para neutralizar la oposición al gobernante.
Ahmed I fue el compasivo sultán que abolió el estrangulamiento de sus hermanos y, cuando subió al trono en 1603, ordenó que, en lugar de matar a los demás hijos de su padre, los encerraran en un pabellón especial y los aislaran del mundo exterior.
A partir de entonces, todos los príncipes del sultanato otomano, tras la proclamación como heredero del hermano mayor, pasaron lo que les quedara de vida en los aposentos sellados al exterior, conocidos por "La Jaula", en contacto solamente con eunucos y concubinas.
Pero, como toda precaución le parecía poca al gobernante, era condición indispensable que las concubinas de sus hermanos ya hubieran alcanzado la menopausia.
Si, por un infortunado error de cálculo, alguna de las concubinas concibiera pese a que se suponía que había perdido su capacidad de quedar embarazada, el resultado del error pagaba con su vida el imprevisto accidente.
Los príncipes recluidos, una vez proclamado sultán su hermano mayor, solo alimentaban una tenue esperanza de salir de La Jaula: que el sultán muriera sin descendencia y, por orden cronológico de nacimiento, le correspondiera heredarlo.
Que tomen buena nota los políticos del PP que se quejan de que Rodríguez Zapatero dedica sus esfuerzos a montar insidiosas campañas de desprestigio para impedir que lo depongan de su bien ganada poltrona en el palacio de La Moncloa.
Aunque lo de las campañas fuiera cierto, que seguramente lo será,no los manda estrangular,todavía no los ha encerrado en ninguna Jaula y, ni siquiera, limita a ancianas las amantes con las que puedan desfogar.
Pero ni así están contentos estos políticos del PP, acostumbrados a la vida fácil de los privilegiados por la fortuna. Se quejan de vicio.
sw
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