Por muy sabio que fuera, Sócrates se equivocó al afirmar que el hombre es el mayor de los misterios porque no hay misterio más incomprensible que la manía de los extranjeros de que Afaganistan se modernice.
Un siglo después de que Socrates muriera Alejandro Magno quiso llevar al dominio persa que era entonces Afganistán la cultura griega. Su ejército ocupó la zona, pero no modernizó a los afganos. Lo mismo le pasó después a Gengis Khan.
Budismo, hinduismo y zoroastrismo lo tiñeron de modernidad coyuntural hasta que el islamismo se asentó el año 636 en el país y es, desde entonces, el principal aglutinante de sus 30 millones de habitantes, pertenecientes a dos docenas de etnias distintas y casi siempre enfrentadas.
Hindúes, chinos o rusos han pretendido influir en Afganistán esporádicamente y los ingleses intentaron incorporarlo a la modernidad en una larga y desastrosa guerra. Hasta los alemanes fracasaron cuando el primer ministro Hashim Khan los llamó para equilibrar la influencia que se disputaban rusos e ingleses.
(Uno de los ingenieros de la alemana Organización Todt cuenta que, cuando planteaba la construcción de puentes, los afganos se negaban a obedecerlo y lo hacían de mala gana. Tiempo después, cuando regresó para comprobar el estado de sus obras, descubrió que el cauce de los ríos, modificado cada año según la intensidad del deshielo, discurría lejos de los puentes que había construido).
Además del Islam que practicaban, unía a los afganos la monarquía, que toleraban hasta que el general Mohamed Daud Kan, primo, cuñado y ex primer ministro del rey Mohamed Zahir, lo destronó, dicen que con la aquiescencia del soberano, de vacaciones en Roma.
Daud fue víctima de un sangriento golpe cinco años más tarde y, finalmente, el comunista Babrak Karmal se hizo con el poder,que le disputaban los mujahidines islámicos en una feroz guerra santa.
En la nochebuena de 1979 el ejército soviético acudió en su auxilio e invadió Afganistan.
Diez años después, y tras 14.453 muertos y 53.753 heridos—según datos oficiales—las tropas rusas se retiraron y la derrota aceleró el derrumbe de la Unión Soviética.
La ayuda encubierta de los Estados Unidos a los guerrilleros islámicos fue decisiva para la derrota soviética.
Los integristas musulmanes pagaron la ayuda norteamericana inspirando los atentados de las Torres Gemelas, que los norteamericanos pretextan para la modernización de Afaganistán que capitanean secundados, entre otros paises, por España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario