El error de los tacaños recalcitrantes que niegan a las “Organizaciones No Gubernamentales” su colaboración económica no es su falta de espíritu solidario, sino su irresponsabilidad conservacionista.
Porque las ONG, al menos nominalmente, son los únicos reductos que, al no estar financiadas por los gobiernos, escapan a la manipulación gubernamental.
Es cierto que las ONG se financian principalmente con fondos públicos, pero son dineros bien gastados aunque solo sea porque se destinan a organizaciones que proclaman, aunque mientan, que no tienen nada que ver con los gobiernos.
Hay otras contradicciones en las ONG que llaman la atención: ¿no necesitan su solidaridad en los paises que las financian y tienen que buscar pobres en el extranjero?
El exotismo y la distancia, ¿hacen más perentoria la necesidad de ayuda que las ONG se desviven por prestar?
Es cierto que la sociedad española carece de problemas materiales porque la acción gubernamental los ataja antes de que puedan enconarse, pero la soledad y la fragmentación familiar abundan y los cooperantes podrían mitigar esos dolores con algo tan barato como la compañía, que no cuesta dinero.
Si se reparte fuera lo que dentro hace falta, ¿no será porque interesa más llevar consuelo lejos que repartirlo en casa?
Habrá malpensados, inevitablemente, que sospechen que la de las ONG es una martingala para que sus cooperantes se peguen viajes gratis de aúpa que, por su cuenta, les costaría un Potosí.
Aunque los pobres de Mauritania, Marruecos, Senegal y Gambia precisaran la ayuda de Acció Solidaria, tenían mas cerca La Mina, El Pomar, Torre Baró o Trinidad Vieja tan exóticos para un burgués catalán como donde han tenido que ir a que los secuestren.
Han ido los tres secuestradores voluntarios catalanes a remediar problemas ajenos y han creado un problema en casa: el de tener que negociar el rescate que sus secuestradores pidan.
Si a la racha que empezó en el Océano Índico con el Alakrana y ha continuado con el de Mauritania le sigue algún caso de secuestro más--no hay dos sin tres—en la próxima reorganización ministerial haría bien el Presidente del Gobierno en crear un ministerio y encargárselo a algún Trinitario: el de la Redención de Cautivos.
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