Unos lo llaman cajeta,
otros concha lo llamaban,
conejo también le dicen
por su apariencia afelpada.
Almeja, potorro o chirri
son nombres que igual le cuadran.
Se llame como se llame
no debe ser cosa mala
porque quien puede lo toca,
y lo acaricia o lo atrapa
sin que su dueña proteste
ni le ponga mala cara.
Hay quien dice que lo lleva
en su entrepierna Bernarda
y que llanitos, gabachos,
marroquíes y piratas
se turnan en su magreo
con dictadores sudacas.
Eso que Bernarda tiene
y que impunemente palpan
los que saben que es juguete
que a nadie le importa nada
lo admiraban con respeto,
lo temían o lo odiaban
cuando solo tenía un nombre
lo que entonces era España.
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