Si algo tiene el agua cuando la bendicen, la dictadura no será tan mala cuando quienes la rechazan suspiran por restaurarla.
La democracia parlamentaria es para los pueblos como la salud para los individuos porque al primer síntoma de malestar caen en la tentación de cambiar la dieta.
En cuanto la crisis de la economía ha provocado desarreglos estomacales en la democracia parlamentaria española, piden abandonar su variado régimen alimentario y restablecer el frugal menú de la dictadura.
Puede que acuciados por la implacable amenaza de la crisis no se hayan dado cuenta, pero los que quieren un pacto de estado lo que de verdad piden es dejar de lado la democracia parlamentaria y restablecer parcialmente la dictadura.
Se fundamenta la democracia parlamentaria en estimular soluciones diferentes a las del gobierno para resolver un problema.
La dictadura niega a los discrepantes su capacidad de expresar su oposición e impide la difusión de opiniones contrarias a las del gobierno.
Dictadura y democracia son conceptos abstractos y de utilidad variada para resolver problemas concretos, como el de salida rápida y eficazmente de la crisis económica.
La aplicación de la fórmula democrática mantendría siempre en reserva la esperanza de aplicar la política que patrocine la oposición, en caso de que fracase la del gobierno.
Si el pacto de estado amalgama en una misma fórmula los programas de la oposición y del gobierno y la crisis persiste,¿en quien encontrarán esperanza los desesperados?
Pero si el pacto de estado fuera la solución para la crisis, todavía peor porque, ¿para qué estimular la diversidad de opinión si suprimirla es más eficaz?
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