Andaba El Ditero, que por algo es hombre de números, echando cuentas sobre cuánto le va a costar la subida del IVA que trama Zapatero y se debatía en sentimientos contradictorios, como diría su admirado Salomón Cabeza Sagaz.
--Bien mirado, y teniendo en cuenta que el gobierno se ha quedado sin cuartos, o gasta menos o rebaña más.
--Pues que gaste menos—saltó como un cigarrón Ramón Pichaymedia—y quite ministros que para nada sirven o les prohiba que viajen y se gasten un dineral.
Ramón seguía escandalizado por el derroche de policías, asesores, y periodistas en el reciente viaje de María Teresa Fernandez de la Vega a su pueblo, el que menos se había visto perjudicado por las inundaciones en Andalucía.
--Tan poco tenía que hacer aquí, que ni éste—señaló con un gesto a Alfonso Décimo—se molestó en asomarse a verla, por mucho que entienda de política.
Salomón, que si no lo hubieran aludido habría guardado su neutral silencio, aclaró:
--No fui a verla por lo mismo que me niego a visitar sitios que, vistos personalmente, te decepcionan al compararlos con lo que habías visto antes en televisión.
El Ditero, hombre de buen conformar y predispuesto a no discutir, concedió:
--Habrá que pagar el IVA porque, como advirtió el propio Zapatero en Sevilla, la subida es una decisión democrática.
--“Las decisiones, hasta que el Jefe del Gobierno habló en Sevilla como Jefe de su Partido”—adoctrinó Salomón a sus secuaces—“son acertadas o erróneas, pero que se tomen de forma unipersonal o colectiva no modifica su idoneidad o su torpeza. Una decisión democrática torpe solo quiere decir que se equivocaron todos los que la adoptaron”.
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