Si es azaroso expatriarse no lo es menos retornar al país natal después de años en tierra extraña.
Es eso lo que está comprobando éste atribulado retornado tras casi medio siglo ausente de Andalucía, su patria, porque en ella nació y nacieron sus padres.
Para no desentonar de la forma de sentir y pensar de los habitantes de las tierras que lo acogieron, tuvo que amoldar sus peculiaridades congénitas a las de quienes lo admitieron.
Se adaptó e integró en la comunidad que lo acogió, los nuevos modos y costumbres pernearon su forma de ser y, cuando regresó a su patria, se sentía a veces extraño entre los de su propia tierra.
Es por tanto el del retornado un vivir como fue y ya no es, como quiere volver a ser sin lograr desprenderse de lo que fue mestizando su epidermis durante años.
Paulatina e imperceptiblemente se transformó en anfibio, en híbrido consecuencia de un injerto, en un viajero sin origen ni destino definidos, a medio camino siempre entre Córdoba y Semana Santa.
A veces, esa simbiosis entre pasado remoto que se quiere recuperar y pretérito reciente del que ni quiere ni puede desprenderse genera perplejidad.
Será por vicio profesional, pero se hace particularmente flagrante la ofuscación del retornado al analizar la disputa política y percatarse de la imposibilidad de entenderla.
Por ejemplo: los ERE supuestamente fraudulentos por los que el Partido Popular culpa a la Junta de Andalucía y de los que los socialistas, perennes manijeros de la Junta de Andalucía, culpan al Partido Popular.
Manuel Chaves, que ahora funge de vicepresidente del gobierno de toda la nación y que fue el capataz de los manijeros de la Junta cuando lo de los ERE dijo en el Senado que la responsabilidad del fraude, si lo hubiera, debería recaer en los entonces ministros de trabajo Javier Arenas o Eduardo Zaplana y en el delegado del gobierno Juan Ignacio Zoido, todos ellos evidentemente del Partido Popular.
El retornado, como un submarino que ni navega en superficie ni ciñéndose al fondo marino, está desconcertado: no sabe si guiarse por lo que la razón le dicta y creer a los populares, o por lo que le manda el sentimiento de solidaridad con el andaluz Chaves e inclinarse por los socialistas.
Puede más el atávico tirón telúrico y opta por darle la razón a Chaves,
Ha influido en esa decisión también el magisterio de los fabulistas que, como Jean de Lafontaine en “La rana y el alacrán” proponen comportamientos de los animales para mejor comprender los, algunas veces, incomprensibles actos humanos.
Recordemos que el alacrán, a pesar de que convence a la rana de que, si le clavara el aguijón mientras lo ayuda a cruzar el río también moriría ahogado, fiel al dictado se su naturaleza, lo hace.
¿Fue más culpable la rana de dejarse engañar por el escorpión, aunque debería estar advertida de que la naturaleza lo obligaba a emplear el aguijón?
¿Fueron Zaplana y los del Partido Popular culpables de haber ignorado que está en la naturaleza de los socialistas creer que todos los recursos pertenecen al Estado y que Estado, Gobierno y Partido son herramientas para cambiar la sociedad en la dirección que el Partido decida?
Como la rana, deberían haberlo sabido. La culpa del escándalo de los ERE es del Partido Popular por haberse fiado, desde el Gobierno de Madrid, de lo que los socialistas, por mandato de su naturaleza, estaban haciendo en Andalucía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario