Sea el que sea el resultado de las elecciones andaluzas del 25 de marzo, y aunque el recuento de votos acredite una aplastante mayoría del Partido Popular sobre el Socialista, Andalucía seguirá gobernada por la Izquierda.
Es imposible que la Derecha gobierne porque todos los partidos proponen resolver la crisis que el excesivo intervencionismo estatal ha originado en la sociedad civil sin devolver al ciudadano la responsabilidad por las decisiones que determinen la calidad de sus vidas.
Izquierda Unida, Partido Socialista y Partido Popular coinciden en dejar al estado la responsabilidad de regular la vida del individuo, desde su concepción hasta la disposición de sus restos.
Los comunistas vergonzantes de Izquierda Unida tienen un programa socialdemócrata radical con románticos repartos de tierras y nacionalizaciones de actividades económicas sostenidas con subsidios públicos.
El Partido Socialista, que a regañadientes admite un sistema de economía mixta, representa la socialdemocracia dogmática y el Partido Popular, que ni concibe ni se atreve a proponer que la sociedad civil haga mejor y más barato lo que el Estado hace peor y más caro, es una socialdemocracia pragmática.
En ésta Andalucía, sumida en cavilaciones sobre la magnitud de la catástrofe que supondrá el resultado de las elecciones, la mayoría se contentaría con que el futuro no sea mucho peor que el presente.
Aparte de los que confían en algún cargo bien pagado como consecuencia del triunfo en las urnas de los suyos, pocas esperanzas de mejora esparcen los vientos primaverales en Andalucía.
Puede que sea porque, como la elección que se les propone es entre distintas modalidades de esa entelequia conocida como socialdemocracia, intuyen que todo seguirá igual.
Por ahora, nadie les ha propuesto ni a los españoles ni a los andaluces un programa de derechas: que el Estado, juez neutral de la sociedad, no distorsione su funcionamiento.
Que se limite el Estado a vigilar el cumplimiento contractual de las empresas adjudicatarias del respeto a la ley en el interior del territorio nacional y de la protección contra amenazas exteriores.
Todo lo demás (educación, sanidad, relaciones laborales, transacciones comerciales, etc), que lo deje en manos de la sociedad civil lo que, naturalmente, lo privará del derecho a sangrar a los contribuyentes.
En definitiva, lo imposible: el gobierno en Andalucía de la Derecha.
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