En los
olvidados tiempos en que la humanidad conservaba la cándida inocencia de la
creación, y antes de que dioses y hombres se separaran en clases sociales
antagónicas, vivía en Anatolia un arriero llamado Gordión.
Anudaba
tan complicadamente la cuerda de sujeción de las mercancías que transportaban sus bestias
que solo el propio arriero era capaz de deshacer el nudo para liberar la carga.
Tan
imposible era desanudar lo que Gordión anudaba que surgió la leyenda de que, si
alguien pudiera deshacer el nudo gordiano, conquistaría las fabulosas tierras y
riquezas del Imperio Persa, que se extendía al este.
Siglos
después, cuando el macedonio Alejandro Magno y su ejército llegaron a Gordión
para apoderarse del Imperio vecino, los eruditos del lugar le refirieron la
tradición e insinuaron que, si quería saber si sus intenciones se cumplirían, intentara
deshacer el nudo.
Alejandro
sacó la espada, cortó el nudo y extendió su imperio hasta el río Indo, en la
actual India.
Empeño
menos épico, pero tan complicado como el de Alejandro anunció Mariano Rajoy que
acometería si lo elegían presidente del gobierno: enderezar el rumbo torcido
que había trazado para España su antecesor y todos los que, por acción u
omisión, habían llevado al país a la quiebra.
Rajoy
se proponía:
1.-Aumentar
los ingresos de las administraciones del Estado y reducir sus gastos, que al
tomar posesión se elevaban a 546.000 millones de euros, (446.000 millones y los
cien mil millones del déficit financiado con deuda) lo que supone el 54,6 por
ciento del valor de los bienes y servicios que España produce al año.
2.-Agilizar
y adelgazar las administraciones para que la Comunitaria , General
del Estado, Autonómica, Provincial, mancomunal y municipal tengan
responsabilidades distintas y no solapadas.
3.-Moralizar
las administraciones públicas y el comportamiento ciudadano, tan degradados que
se ha cometido la inexactitud de definir como mafiosa a la vida pública
española. (Es falsa la acusación porque la mafia surge como actividad privada
que contamina al Estado para huir de la Justicia.
La corrupción española se origina en el Estado y contagia a
la sociedad).
3.-Limitar
la intromisión de sindicatos y patronales a la defensa laboral y empresarial,
respectivamente, de los intereses de quienes pagan cuota para que los
represente. Patronales y Sindicatos representan a quienes tienen al corriente
el pago de sus cuotas, no a la totalidad de la población, ni siquiera a todos
los trabajadores o empresarios.
4.-Sin
libre mercado y libre competencia reales no hay democracia. Se esperaba de
Rajoy que acabara con los “cartels” que, de hecho impiden que el consumidor
pague menos por bienes y servicios.
Se
llama “cartel” al acuerdo entre empresas del mismo sector para limitar o
impedir la competencia entre ellas.
Mariano
Rajoy, que antes de entrar en política era registrador de la propiedad, ha
preferido el sinuoso burocratismo del registrador en lugar del poder
sacramental del Presidente del Gobierno para cumplir lo que de su gobierno se
esperaba.
Si,
como Alejandro Magno hubiera usado la espada de su poder, seguramente no lo
acosaría una jauría de problemas: el tozudo déficil, el imparable paro, la
pestilente corrupción, la desintegración nacional, La larvada o abierta guerra
de contrarios y propios, la insatisfecha voracidad de las eléctricas, el
alboroto de los sindicatos o el estrepitoso fracaso de la educación que debería
llamarse instrucción pública.
Como
consecuencia de la pertinacia de Rajoy en usar los métodos de registrador de la
propiedad en lugar de los que le da el poder de la Presidencia de
Gobierno, España se sigue diluyendo en su pasado trimilenario, hasta que se
diluya como Etruria, Tahuantinsuyu o Tenochtitlan.
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