jueves, 24 de enero de 2013

TAN INDISPENSABLE ES LA CORRUPCIÓN COMO LA LLUVIA




Se habla tanto de la corrupción en estos tiempos en los que de tantas otras cosas se podría hablar como, cuando no hay nada que decir,se habla de la lluvia o de la falta que hace.
La lluvia y la corrupción tienen en común, además de servir como pretexto para conversaciones intrascendentes, su utilidad práctica para el bienestar del ser humano la primera, y su capacidad lubricante para humanizar la aplicación de la ley la segunda.
Una sociedad compleja necesita la corrupción para adecuar la implacabilidad de la ley a las cambiantes circunstancias vitales del hombre,  y una economía solvente requiere un régimen pluvial adecuado.
La corrupción es útil si es democrática: debe extenderse a todas las capas de la sociedad y, si fuera posible, homogeneizar tarifas para eludir las sanciones por violar las leyes.
Mi buen amigo Antonio Navarro Zarazúa, de El Heraldo de México, quiso establecer normas para el pago y cobro del chayote o embute, nombre que en México se daba al donativo económico con que cada organismo gubernamental  estimulaba la labor de los reporteros acreditados para informar de sus actividades.
Parodiando “La carta de deberes y derechos de los Estados” que el entonces presidente mexicano Luis Echeverria impulsaba en las Naciones Unidas, Antonio Navarro elaboró un borrador de lo que no llegó a plasmar en una “carta de deberes y derechos del chayote, o embute”
La sociedad mexicana basa su envidiable funcionamiento y la sabia aplicación, aceptación y ejercicio de las mordidas, chayotes o embutes en tres principios firmes: su proporcionalidad,su universalidad y su obligatoriedad.
Uno de los conflictos de esa práctica,  afectó a la Presidencia de la Republica en tiempos de Don Gustavo Díaz Ordaz: se corrió la voz de que el nuevo presidente había decretado que se anulara la práctica de repartir en sobres personales a los reporteros acreditados el donativo mensual.
Se nombró una comisión de los afectados que solicitaron y obtuvieron una entrevista con el jefe de prensa del Presidente de la República, entraron en su despacho y, mientras negociaban, los demás aguardaban en el antedespacho el resultado de la gestión.
Cuando por fin salieron los comisionados, aplacaron el murmullo de los impacientes y los informaron del resultado de su gestión. Estalló un aplauso entusiasta.
La frase que aplaudieron ha quedado para la historia del periodismo nacional mexicano: “Compañeros, en cuestión de embutes, ni un paso atrás”.

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