Como
toda la tramoya fabulada desde 1978 y apodada democracia parlamentaria, el
nombre no define, sino que encubre la realidad.
Para
que la martingala montada en España fuera una democracia parlamentaria debería
asentarse en el funcionamiento independiente, uno de otro, de tres poderes:
ejecutivo, legislativo y judicial.
El
ejecutivo, en esa clase de sistemas, ejecuta las medidas aprobadas por la
mayoría del parlamento y el judicial ratifica o rechaza la legalidad de esas
medidas y de su aplicación.
En lo
que en España se ha implantado, el candidato que gana las elecciones y ocupa la
jefatura del gobierno suele haber sido previamente secretario
general o presidente de su partido, que simultaneará con el de presidente del gobierno.
Por el
primero de esos cargos da el visto bueno a las listas electorales y, en calidad
de máximo dirigente de su partido, decide el sentido del voto de su grupo en todos
los asuntos, porque le conciernen como jefe del ejecutivo.
Una de
los cometidos asignados exclusivamente al parlamento es el de designar a los responsables de supervisar el buen funcionamiento de tribunales y organismos de supervisión judicial.
Pero es el presidente del ejecutivo (que se coloca para la ocasión la careta de presidente o secretario general del partido) ordena al jefe del grupo parlamentario de su partido cómo deben votar sus diputados.
Por
eso, y aunque se quiera hacer creer que a la dictadura de Franco le sucedió una
democracia parlamentaria, es mentira: a la dictadura de Franco le viene
sucediendo la dictadura del presidente del gobierno, propuesto como candidato por sí mismo,n
su calidad de secretario general o presidente del partido que ganará las
elecciones.
En
resumen, que la misma persona que se propone a sí misma para encabezar la lista
electoral es la que, al ganar las elecciones, maneja los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial.
Por
mucho que se les llene la boca al definir este sistema como democracia
parlamentaria, es en realidad una dictadura personal temporal.
La dictadura
de Franco, comenzó a tiros y solo acabó con su muerte.
La de ahora, afortunadamente, empieza con el triunfo electoral del candidato autopropuesto, y termina cuando finalice la legislatura.
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