El madrileño José
Antonio Griñán López, licenciado en derecho, inspector técnico de trabajo y
vástago de una ilustre familia de acendrada lealtad al viejo régimen es,además,
presidente del gobierno socialcomunista de Andalucía y hábil retórico,
especialista en la utilización de la elipsis para eludir responder a lo que le
preguntan,
Demostración de esa
habilidad del polemista abogado, inspector laboral, hojarasca de árbol seco y retoño de vigoroso álamo
primaveral: sus recursos dialécticos en el debate del parlamento andaluz sobre
los ERE.
Por descontado, esa
discusión política siguió al pié de la letra el guión de todas las innumerables
repetidas desde la apodada democracia: el interpelante acusa de cualquier
fechoría al interpelado y éste último, admitiendo implícitamente la verdad de
la acusación, replica que mayores barbaridades cometió su adversario.
En la discusión
del templo de la democracia andaluza se reunieron este jueves 4 de abril los
próceres regionales para echar el día a costa de los ERES con los que algunos
del gobierno de Griñan se han puesto las botas o han ayudado a que se les
calcen sus allegados.
Evidentemente, la
oposición personificada en el Partido Popular estaba interesada en hurgar en la
herida del escándalo, mientras que los socialistas y sus cogobernantes
comunistas preferían hablar de la eclosión de olores y colores primaverales o del trino
sinfónico de las avecillas canoras.
La hora de la
cerveza y la manzanilla sería cuando el portavoz del Partido Popular, Juan
Ignacio Zoido, preguntó a Griñán si, después de haberse visto obligado a modificar la
concesión de subvenciones irregulares por los ERE, había vuelto a conceder
ayudas en circunstancias similares.
La pregunta fué
directa y sin preámbulos y se esperaba una contestación afirmativa o negativa
del interpelado.
Cualquier
chiquilicuatre hubiera ´mordido el anzuelo de Zoido y hubiera respondido Si, No,
o No Sé.
Pero Griñán no es
un chiquilicuatre sino el que manda en Andalucía y no hay quien lo eche porque
supera a todos en capacidad dialéctica, que es lo que los gobernados exigen a
sus gobernantes.
Replicó Griñan a Zoido
y, en una clase magistral de sutileza política, le dijo que gana las
elecciones el que gobierna porque el que
consigue más votos que los demás termina
en la oposición si los perdedores llegan a un apaño para repartirse el pastel.
Por si no tenía
bastante con la repuesta sobre sutilezas electorales, Griñan replicó a la
pregunta de Zoido sobre si había concedido nuevas ayudas para ERES que en Castilla
la Mancha,
donde mandan los correligionarios de Zoido, las cosas van mucho peor que en
Andalucía donde gobiernan Griñan y sus apesebrados.
¿Fue una burla la
respuesta de Griñan a la pregunta de Zoido?
Nada de eso: fue el
descubrimiento de un nuevo rasgo de la genialidad del Presidente Socialista.
Además de
licenciado en derecho, inspector de trabajo, hojarasca del régimen caduco y
retoño del régimen floreciente, Griñán es un genio de la retórica, consumado
experto en usar herramientas que, como la elipsis, permiten negar la razón a
quien la tenga y justificar lo injustificable.
La elipsis, como
bien se sabe, consiste en omitir partes del discurso propio que puedan
debilitarlo.
Y el discurso de
Griñán este jueves, como siempre, es que tiene toda la razón porque gobierna y
que, quien no gobierna, ni tiene ni tendrá razón nunca porque ni gobierna ni
gobernará.
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