martes, 30 de abril de 2013

TENTACIONES DE LA LIBERTAD



   Hasta que cumplió 35 años y conoció a Jack, Santiago no sabía si era feliz o desgraciado.
   Vivía con su padre, que lo había colocado en la empresa de la  que era empleado, obedecía cuando le mandaba algo, pedía consejo cuando no sabía qué hacer e imitaba en gustos y costumbres y con su madre, a la que hacía caso sobre las amistades convenientes, la ropa apropiada y las muchachas poco recomendables,
   A medida que fue conociendo a Jack envidiaba su libertad para salir o entrar en su vivienda sin tener que dar cuenta de las horas en que lo hacía, cambiar de casa o piso invitar a visitarlo a quien quisiera y para lo que quisiera, trabajar o no hacerlo, vestir como le apeteciera,irse fuera de la ciudad solo o acompañado por hombres o mujeres formales o frescas.
    Santiago, que envidiaba a Jack, le pidió consejo.
   --Hace tiempo que tienes edad para decidir cómo quieres vivir.
   Jack, al que sus padres habían entrenado desde la niñez para que fuera un adulto autosuficiente, capaz de tomar decisiones y responsabilizarse si se equivocaba, había medido la respuesta a Santiago para no influir en su decisión,
   Pero Santiago, al que siempre le habían dicho lo que debería y no debería hacer, quedó desconcertado. v dedujo, porque lo tentaba la libertad de que gozaba su amigo, que Jack lo estaba animando a que lo imitara.
     Dijo a sus padres que había decidido vivir solo y que lo haría en un piso al que trasladaría su ropa y pertenencias.
     Sus padres consiguieron morderse la lengua para no intentar disuadir a Santiago, que interpretó sus silencios como respaldo.
      La sensación de libertad embriagó de tal manera a Santiago que la euforia marcó los primeros días de su experiencia.
     Paulatinamente comenzó a echar en falta el orden de cuidadosa ama de casa de su madre, la previsión con que su padre tenía preparada la solución a problemas imprevistos, la antigua pulcritud de su atuendo, ahora desaliñado.
    Poco a poco volvía a dejarse caer por la casa paterna, empujado por el recuerdo del sabor de un guiso de su madre o por la callada seguridad que emanaba de su padre
    Sucumbió a las confortables rutinas y confesó a sus padres que se había equivocado al reclamar su derecho a la libertad.
    Lo sorprendió su padre;
   --No te equivocaste tú al querer ser libre, sino tu madre y yo al no prepararte para la libertad y enseñarte que todo lo que hagas bien se lo debes en parte a otros, aunque eres el único responsable de tus fracasos.
     A la España de la que era patrón el que dio su nombre a Santiago, deberían haberle hecho esa advertencia el 20 de Noviembre de 1975,

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