Poca confianza en su futuro tiene el que
busca en el pasado remedio a sus problemas.
Aznar, que
sugiere la posibilidad de intentar suceder al que lo sucedió, es el futuro del
pasado, una aberración gramatical y política.
Porque dejarnos en manos del que nos dejó fue
el error más trascendental de Aznar y echar atrás la historia, si se pudiera,
no impediría que quisiera volver a entrometerse y equivocarse adulterando una sucesión que no
le correspondía.
Ese fue el más grave de los errores de Aznar, pero
no el único.
España sufrió durante
Aznar el más sanguinario atentado terrorista de su historia, del que ni se
enteraron los responsables políticos ni las policías a sus órdenes y tan mal
gestionaron la custodia de las pruebas que todavía se ignora quienes fueron sus
autores.
El atentado de
Atocha fue el colofón de una segunda legislatura de Aznar, la de la mayoría
absoluta, marcada por síntomas inequívocos de un desmesurado complejo de
superioridad: solo recibía a los políticos regionales que lo adulaban, compraba
recibimientos imperiales en la capital del imperio y montaba bodas de cuentos
de hadas pagadas por mafiosos.
Fue una época la
de Aznar de brillantes resultados económicos, pero pasajeros por la fugaz
naturaleza en que se apoyaban: la construcción que pronto saturó la geografía
española de viviendas sin comprador y las privatizaciones.
Aparte de su
efecto sobre el dinamismo económico, la privatización de más de 60 empresas
públicas (SEAT, Iberia, Endesa,Tabacalera, Repsol y Argentaria entre ellas)
marcó el final de un largo período en que los gobiernos españoles competían en
el mismo mercado con empresas a las que cobraba, además, impuestos.
En política
exterior también se anotó Aznar notables éxitos que no supo explicar: apoyar a
los Estados Unidos e Inglaterra con declaraciones, gestos y fotos contra Irak, pero sin intervenir militarmente
en la guerra.
Con lo de Irak, Aznar metió a España, sin
movilizar ni un soldado, entre los países que mandan y se separó de los
europeos que obedecen.
En la teatral
oportunidad del islote Perejil, Aznar marcó a Marruecos la frontera
infranqueable a sus reivindicaciones.
Logros y fracasos
de Aznar que pertenecen a la historia, en la que deben quedar. Si los
españoles empiezan a resucitar cadáveres
de la historia corren el peligro de recuperar para el presente al antiestético
Wilfredo el Velloso.
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