El rey Balán y su
hijo Fierabrás saquearon Roma y, entre el botín que se llevaron, había dos
barriles con los restos del ungüento utilizado para amortajar a Cristo.
Se elaboró más
tarde una pócima milagrosa con parte de ese ungüento, cuya fórmula detalla Don
Quijote a su escudero Sancho: aceite, vino, sal y romero hervidos y bendecidos
con ochenta padrenuestros, ochenta avemarías, ochenta salves y ochenta credos.
En el recetario de
los políticos de hogaño para curar todos
los males hay otra fórmula milagrosa para todos los desajustes sociales: subir
los impuestos, que vale tanto para sarpullidos revolucionarios como para depresiones
melancólicas de la comunidad o de la economía.
Como no podía ser
de otro modo, esa es la pócima que para que haya menos viviendas vacías ha
puesto en marcha el alcalde socialista de Palma del Rio, un pueblo de la Vega
del Guadalquivir de unos 20.000 habitantes en el que, a falta de datos, puede calcularse
que hay unas dos mil viviendas sin que viva nadie en ellas.
Anoche se anunció que el Ayuntamiento cargará
un cincuenta por ciento adicional del Impuesto de de Bienes Inmuebles (IBI) a
los propietarios de viviendas vacías.
Ya tiene en
propiedad el Ayuntamiento de éste pueblo unas 300 viviendas en que se alojan deudos
políticos del gobierno municipal, lo que lo convierte en el principal
propietario inmobiliario del pueblo.
No es lo peor que
se aproveche ese patrimonio para comprar
la voluntad de los electores, sino que cediendo esas viviendas a coste simbólico
adultera el mercado inmobiliario local y perjudica a empresas del mismo ramo
que pagan impuestos al Ayuntamiento.
Hay algunos que,
menos listos que el alcalde que se preguntan por qué, en lugar de aumentar el
IBI no se le ocurrió incentivar la venta de esas casas vacías eximiendo temporalmente
del pago de ese impuesto a los compradores.
Los malpensados,
que hasta en esta tierra de gente ingenua, sencilla y cándida los hay, murmuran
que lo que al alcalde lo mueve no es tanto resolver el problema de viviendas
sin ocupar sino sacar dinero y eximiendo temporalmente del pago del IBI no lo
conseguiría.
Nadie puede negar,
después de todo, que el alcalde de Palma del Río es de la misma estirpe, aunque
de distinta ideología, que el más notable de los andaluces, el Rey Tarteso
Habidis y primer sociólogo de la humanidad, que formuló eso de que los ricos son
felices gracias al esfuerzo de quienes no lo son.
Por eso, el
secreto de la felicidad consiste en ser rico o, lo que es lo mismo, meterse en
política.
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