Fue costoso, pero el estudio para el que la
Universidad de Topeka (Kansas) interconectó y sincronizó a todos los
ordenadores de la tierra ha logrado explicar misterios incomprendidos
de los albores de la Humanidad.
Se sabe ya, gracias a lo descubierto, que el
Paraíso no era una finca en la que todo era bueno y nada malo.
Debe entenderse a partir del estudio por “ser
expulsado del paraíso” sentirse privado de la sensación de felicidad y contento con uno
mismon y con lo que lo rodea.
“Porque el paraíso”—es la conclusión a la
que llega—“no es un lugar, sino un estado de ánimo”
En el recuento de los principales avances
humanos destaca el primer descubrimiento: lo hizo el más tonto de los hijos de
una de las dos familias que vivían al abrigo de un risco ante el que se abría
una extensa llanura.
El tonto, que no hacía hasta entonces nada
útil, comprobó que si dejaba de hacer ruido y concentraba su atención, oía lo
que antes no había oído.
Inventó así escuchar, actitud activa del que
quiere oir algo. Después se complementó ese invento con el de no oir lo que no
convenga.
Pronto se difundió que el tonto había
inventado escuchar y el jefe de una de las dos familias del valle, que era
padre del tonto inventor, propuso que entre todos pagaran la alimentación, el
vestido, la seguridad social, quinquenios y vacaciones al tonto.
Fue un acierto porque, gracias a lo que oía
mientras escuchaba, alertó a los demás de la amenaza de merodeadores, gracias a
lo que salvaron muchos corderos.
Pero el tonto llegó el día en que se dio de
baja temporal por stress y el jefe de la otra familia propuso, y se aceptó, que
un hijo inútil que no sabía a qué dedicarlo, lo contrataran con las mismas
condiciones sociales y laborales como correturnos del titular.
A la larga, aquél vino a ser el día más
aciago en la Historia de la Humanidad porque fue el día en que nació el Estado.
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