El dictador Franco empeñó a la diplomacia
española en la larga y difícil tarea de dotar al gobierno de argumentos
políticos apoyados y aprobados por las Naciones Unidas para pasar a la acción y
recuperar Gibraltar.
Ni entonces pasó el gobierno de la Dictadura
de las palabras ni ahora lo hará el de la Democracia. Las palabras solo sirven
para justificar la incapacidad del que no quiere o no puede sacrificarse para
conseguir lo que dice que quiere.
Gibraltar estaba ya incluido en 1946 entre los territorios que las Naciones
Unidas, de las que España estaba excluida, se proponía descolonizar en el
futuro.
Había, según la ONU, dos cauces por los que
solucionar el conflicto de descolonizar un territorio: la autodeterminación de
sus habitantes o restblecer la unidad
territorial del país en que estuviera enclavado el territorio colonizado.
El gobierno de España y su diplomacia
escogieron el de la unidad territorial por razones obvias: los habitantes de
Gibraltar la rechazaban tan tajantemente como reclamaban la autodeterminación,
que les permitiría rechazar las pretensiones españolas.
Acogerse al cauce de la unidad territorial
para incorporar Gibraltar suponía el riesgo de que, alguna vez, pudiera también
invocarla Marruecos para obtener Ceuta y Melilla.
El
19 de Diciembre de 1969 terminó la fase diplomática por la recuperación de Gibraltar
con una resolución de la Asamblea General
de las Naciones Unidas que considera contraria a su carta la situación que,
como la de Gibraltar, destruya la unidad nacional y la integridad territorial
de un pais.
Toda esa jerga para justificar la posesión o
pérdida de un territorio es una farsa por parte de España poque se pasó su
historia ocupando territorios que sus habitantes no fueron capaces de defenderlos.
Todo territorio se independiza o cede a
otros cuando a su hasta entonces dueño le resulta más costoso retenerlo que
enajenarlo.
Fue lo que le ocurrió a España en 1704 y lo
que, al parecer, le ocurre ahora.
Y es que, seguramente, los gobiernos de
España no han tenido capacidad ni voluntad desde que perdieron Gibraltar de recuperarlo por la fuerza, como por la
fuerza la perdieron.
En los tres siglos que hace que ocupa su
colonia, Gran Bretaña nunca escatimó decisión ni sacrificios para retener
Gibraltar, que ocupó y retiene por la fuerza.
Ahora son las protestas, más ruidosas entre
los 250.000 españoles que viven alrededor de Gibraltar, las que recuerdan que
Gibraltar perdura como supuesto problema.
Las protestas las provocan la decisión
española de estrechar la vigilancia fronteriza para dificultar el paso de y
hacia Gibraltar.
Pero las quejas más ruidosas por las medidas
se han originado más en las poblaciones del Campo que en el pueblo de
Gibraltar.
La razón de ese aparente sinsentido es que
10.000 españoles cruzan diariamente la frontera para trabajar en Gibraltar y
temen perder su trabajo si el gobierno de su país sigue incomodando a los que
les dan empleo.
También los comerciantes españoles de los
alrededores de la colonia se sienten perjudicados porque daña a sus negocios el
más minucioso control del paso fronterizo.
En esta disputa de conventillo sería
conveniente que quedara claro:
1,-Que Inglaterra
abandonará Gibraltar cuando no pueda o le cueste demasiado retenerlo.
2.- Que España recuperará Gibraltar cuando el
bienestar de sus habitantes dependa de la zona, y no al revés.
3.-Cuando los españoles demuestren que están
dispuestos a empelear algo más que palabras y buenas razones para recuperarlo.
En definitiva: nunca.
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