A nadie
se le hubiera ocurrido no tomar en serio a aquél señor que durante 37
años dictó lo que había que pensar, hacer, y decir en España, pero la
conjura imposible de liberales, comunistas, y capitalistas, a
la que culpaba de sus errores. era un cachondeo.
Hay ahora otra conjura, la político-bancaria, mucho más real que la ficticia de Franco ,y responsable de las miserias económicas que atenazan en la pobreza a los españoles.
Los bancos, que por sus préstamos personales cobran intereses de,
por lo menos, el diez por ciento, pagan de interés por depósitos a un
año no más del 1,8 por ciento.
Ese diferencial en el pago de
pasivo y el cobro de activos es un abuso imposible en un sistema
democrático de libre competencia.
No es delito porque los bancos
son quienes han coincidido en interpretar como prohibición de pagar más
del 1,7 por ciento anual la “recomendación” verbal del gobernador Linde
del Banco de España.
La razón de los bancos para negar a sus
depositantes renovar sus depósitos en los términos contratados es
evidente: pasan a pagar el 1,7 por ciento, en lugar del aproximadamente
4 por ciento previo a la “recomendación” de Linde.
Y es que
los bancos practican la usura de cobrar más por lo que prestan que lo
que pagan por lo que les prestan, solamente porque el poder público hace
la vista gorda y, no sólo se lo permite, sino que los anima a hacerlo.
El poder público, sinónimo del gobierno, sobrepaga con su
recomendación convertida en prohibición por la banca, para que el
diferencial entre el cobro de activos y el pago por pasivos sea la
enormidad de alrededor del diez por ciento.
También se benefician
banca y gobierno directamente de su conjura: la banca compra la deuda
del estado al precio que marquen las subastas, siempre al menos tres
puntos por debajo del mercado secundario de compraventa de renta
pública.
Por eso no da créditos la banca a empresarios de poca
monta y, lo que concede a particulares, a porcentajes de auténtica
usura.
Del matrimonio gobierno-banca se benefician los bienes
gananciales de ambos pero los testigos forzosos de la ceremonia, la
gente, pagan sus beneficios compartidos, los gastos de la boda y hasta
los del banquete.
De los dos conjurados, la banca es la menos
culpable porque, si su objetivo es ganar dinero, el gobierno le ayuda a
conseguirlo incitándola a hacerlo y cerrando los ojos a los perjudicados
por la práctica usuraria de ésta banca.
El responsable de la
injusticia es el gobierno que, como Administrador del Estado, está
obligado a ser imparcial en situaciones conflictivas entre sectores de
la sociedad.
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